Page 131 - Vive Peligrosamente
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comparable al producido por el retumbar de los truenos entre las montañas,
que se prolongan gracias al eco.
Cumplido el tiempo de preparación artillera, la infantería subió a las
embarcaciones y comenzó a atravesar el río. Nosotros, los artilleros,
hubimos de permanecer en nuestras posiciones para protegerles con nuestro
fuego y facilitarles, así, la tarea. No obstante, los infantes fueron
acompañados por los observadores artilleros cuya misión era la de
encontrar nuevos objetivos y dirigir el fuego. Subido en una vieja encina
veía la orilla opuesta y presencié los acontecimientos que en ella se
desarrollaban. Pero solamente por el ruido podía uno orientarse sobre el
desarrollo de los combates. Nuestras tropas consiguieron avanzar cuatro,
cinco, hasta seis kilómetros. Pero tuvieron que hacer frente a una obstinada
resistencia.
La artillería empezó a disparar de una forma intermitente haciendo
fuego de batería hasta conseguir preparar las nuevas posiciones en la otra
orilla del río. El fuego enemigo empezó a decrecer, incluso llegó a
enmudecer; sólo, de vez en cuando, se oían salvas aisladas. No podía
decirse que el ruido fuera el clásico de un combate. Cuando nuestras
avanzadillas regresaron para informarnos de la situación, nos dijeron que
habíamos logrado blancos exactos y que los rusos no pudieron hacer frente
a nuestro primer ataque, viéndose obligados a retirarse a los cercanos
bosques, a cubrirse como podían, llegando hasta a esconderse en las zonas
pantanosas.
El fuego de nuestras baterías volvió a cubrir el avance de la infantería
que empezaba a penetrar en los pequeños senderos que se bifurcaban en
todas las direcciones. A unos cuantos kilómetros de las posiciones donde
nos encontrábamos, al lado de Koden, ya disponíamos de un puente que
acababa de ser construido por nuestros pontoneros. A la mañana siguiente,
nosotros, los artilleros, avanzamos lentamente, siguiendo la orilla derecha
del Bug, hasta que llegamos a Brest–Litowsk.
La ciudad ya había sido ocupada por las tropas alemanas. Durante el
espacio de tiempo que duró un embotellamiento, que nos obligó a
detenernos, pude examinar con atención las fortificaciones que tenía ante
mí. También pude observar que se continuaba luchando en algunos puntos
de la ciudad; los rusos se habían hecho fuertes en algunas casas de la
misma. A pesar de que ya estaban en nuestro poder las partes inferiores de
los fortines, desde sus torreones los rusos continuaban disparando contra
nosotros. Avanzamos lentamente, con precaución, pues no ignorábamos