Page 120 - Vive Peligrosamente
P. 120

destruido. No supimos qué hacer para llegar a Belgrado; no disponíamos de
          ningún medio para pasar el río con nuestra artillería pesada.
            Una pequeña colina, situada al este de uno de nuestros flancos, no había
          sido tomada por nuestras tropas. La población nos informó que un nutrido
          grupo de soldados servios se había refugiado en sus alrededores.
            Estaba con  mi Regimiento cuando recibí la orden de que hiciera una
          descubierta en aquella zona. Los caminos y las carreteras estaban
          intransitables como consecuencia de las copiosas lluvias.  Pensé,  y
          acertadamente, que si  me desviaba  de la carretera principal nuestros
          vehículos quedarían aprisionados por el barro. Me hice con dos camiones;
          ordené que en cada uno montasen doce hombres, e inicié mi descubierta.
            Nos acercábamos a los pueblos adoptando toda clase de precauciones;
          cuando entrábamos en ellos descendíamos de los camiones y avanzábamos
          a pie. Pudimos comprobar que todas nuestras sospechas eran infundadas, ya
          que no tuvimos necesidad de enfrentarnos con ningún imprevisto. Cuando
          entramos en el tercer pueblo, que nos pareció el más grande e importante de
          todos, fuimos recibidos por sus habitantes, que nos saludaron con grandes
          muestras de amabilidad. ¡No era extraño! Pronto nos dimos cuenta de que
          estábamos ante la cerrada comunidad alemana que habitaba en Karlsdorf.
          Nunca había presenciado una alegría semejante a la que mostraban aquellas
          gentes; nunca  me había sentido tan bien recibido como en aquellos
          momentos. Nuestros entusiasmados amigos no  nos permitieron que
          marchásemos. Pero no había  más remedio que obedecer las órdenes que
          habíamos recibido  y cumplir por completo la  misión que se nos había
          encomendado. Antes de partir nos advirtieron que los habitantes de los dos
          pueblos que venían a continuación eran servios.
            A partir de entonces, redoblamos nuestras precauciones. Comparando
          los otros pueblos con el que dejamos  atrás, Karlsdorf, los hallamos  más
          miserables. Ordené que se  me presentaran los alcaldes, y éstos  me
          informaron de que varios grupos de soldados servios se habían dirigido a
          las  montañas, desde las que pensaban ofrecernos la mayor resistencia
          posible. Obedeciendo a una especie de presentimiento, ordené que uno de
          mis vehículos continuara por un camino paralelo al que seguíamos, situado
          medio kilómetro más al sur. Decidí que avanzásemos por diferentes rutas
          hasta llegar  al pie de la colina donde nos reuniríamos de nuevo. No
          ignorábamos que, en caso de emergencia, podríamos avanzar a través de los
          campos para cortar distancias y encontramos más rápidamente.
   115   116   117   118   119   120   121   122   123   124   125