Page 140 - Vive Peligrosamente
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los. Tuvieron estos soldados muchas bajas, entre muertos y heridos.
            Trincheras más profundas camuflaban los telémetros y los aparatos de
          radio, así como los teléfonos de campaña. El coronel vio claramente, a
          través de la lente de aumento de nuestro telémetro, el prolongado zigzag de
          las trincheras enemigas  en la otra orilla. Apenas veíamos algún soldado
          ruso, ya que estaban perfectamente encubiertos y casi no se movían. Lo que
          no quería decir que no hubiese gran número de ellos en cada bosque y en
          cada colina. Nosotros estábamos bien atrincherados  y cubríamos el
          emplazamiento exacto, según los mapas. Tomamos la decisión de disparar
          todas nuestras piezas en el mismo instante en que notásemos un
          movimiento de tropas en las trincheras enemigas.
            Aprovechamos una pausa para encender un cigarrillo y beber un trago
          de nuestras cantimploras. También tomamos un poco de "muckefuck", el
          desagradable café que ya conocíamos desde los tiempos de nuestro
          acuartelamiento; pero, en aquellos momentos, lo encontramos delicioso.
            Rumohr estaba tan cansado que apenas podía sostener el cigarrillo. Por
          ello decidió dormir unas cuantas horas; lo  mismo hizo Wurach. Me
          pidieron les  despertase  si veía algo anómalo. Se  durmieron en cuanto
          cerraron los ojos, a pesar de la postura incómoda que debieron adoptar.
            No cesé de observar a través del  telémetro, que estaba  muy bien
          disimulado con ramajes.  Podía ver una parte de nuestras posiciones  y
          comprobé que estaban tranquilas. Sabía que la Infantería tenía la orden de
          avanzar al amparo de la noche, ya que se había  decidido atacar al día
          siguiente. De vez en cuando, el enemigo disparaba contra nuestras líneas
          unas cuantas granadas;  pero, en términos generales, la  situación era
          bastante tranquila.
            Instintivamente observé algo que se movía en los bosques que estaban
          enfrente de nosotros. Dos camiones aparecieron y desaparecieron ante mi
          vista, y otros muchos les siguieron, envueltos en nubes de polvo. Llegué a
          contar quince, veinte, cuarenta de ellos, que fueron seguidos por muchos
          más. Ordené me pusieran en comunicación por radio con  nuestras tres
          baterías. Cuando estuve al habla con ellas, dije:
            –Preparadlo todo para hacer fuego inmediatamente sobre el punto W en
          la cuadrícula y a 18 grados.
            Me contestaron:
            –Estamos dispuestos.
            Desperté a nuestro jefe y le informé de la novedad. Me dijo (lo recuerdo
          perfectamente):
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