Page 141 - Vive Peligrosamente
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–Seis disparos en tiro libre, Otto. Da la orden.
Seguidamente, volvió a cerrar los ojos. Me apresuré a transmitir la
orden y, al poco, oí unos silbidos por encima de nuestras cabezas así como
el ruido de las explosiones en la otra orilla del río Jochen, a través del
telémetro, observó atentamente el efecto de nuestros disparos y se sintió
satisfecho, porque nuestra línea de tiro no necesitaba de ninguna
corrección. Todo pasó en el intervalo de pocos minutos. Vimos a varios
soldados rusos que se precipitaban en salir del bosque. También nos dimos
cuenta de que varios puntos de las posiciones enemigas estaban envueltos
en llamas. Y escuchamos las explosiones de gran número de polvorines.
Seguimos avanzando por las orillas del Dnieper. Y una inesperada
lluvia, que duró varias horas, nos dio idea de lo que nos esperaba. Tuvimos
que enfrentarnos con verdaderas montañas de barro y fango, que fueron
nuestros mayores obstáculos. Los primeros de nuestros vehículos hicieron
unos baches tan grandes en el suelo, que los que les seguían se atascaron en
ellos. En este aspecto, todas nuestras prevenciones resultaron ineficaces.
Cortamos varios troncos de árbol y cubrimos el suelo con ellos. Pero a
pesar de todo sólo conseguíamos avanzar muy lentamente. Tuvimos un
sinfín de averías y "pannes"; se rompieron varias ballestas de nuestros
camiones. Ya habíamos agotado todas las piezas de repuesto y no sabíamos
dónde podríamos suministrarnos otras nuevas. Hasta tuvimos que
abandonar muchos vehículos al borde de la carretera. Desmontamos todo
aquello que considerábamos era utilizable y abandonamos lo restante. Poco
tiempo más tarde todas las carreteras de Rusia estaban flanqueadas por
esqueletos de coches y camiones abandonados.
Sostuvimos un breve combate al sur de Schkow. Y cuando conseguimos
pasar el Dnieper, nos dimos cuenta de que la carretera principal estaba
completamente intransitable. Por esta razón, el grueso de nuestra División
cruzó el río un poco más hacia el Norte sobre un puente: construido a toda
prisa. Fue en aquel momento cuando recibimos la terrible noticia de que la
compañía de pontoneros, que se había quedado en la zona Sur para
reconstruir dicho puente, fue atacada en plena noche por las tropas rusas;
sólo pudieron salvarse de ella dos soldados que escaparon de la tremenda
carnicería, y fueron ellos, precisamente, los que nos informaron de lo
sucedido. El aspecto que ofrecía el lugar de la batalla era dantesco.
Llegamos al convencimiento de que nos veríamos obligados a luchar
encarnizadamente en el frente del Este.