Page 257 - Vive Peligrosamente
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Pasamos una hora completamente olvidados del resto del mundo.
Finalmente vimos que un barco surcaba el horizonte. Nos apresuramos a
disparar un cohete rojo de socorro y, no tardando mucho tiempo, vimos,
aliviados, que habíamos sido descubiertos. El barco dio la vuelta y echó al
mar un bote que no tardó en recogemos. Cuando estuvimos a bordo, sanos
y salvos, nos dimos cuenta de que nuestro salvador era un crucero italiano.
Me sentí satisfecho de que su capitán ignorase la causa por la que nos
encontrábamos en aquellos parajes. Fuimos recibidos con todos los
honores.
El capitán me proporcionó unos zapatos de madera y un pantalón
blanco; pero como su estatura era más baja que la mía, tuve serias
dificultades para meterme en ellos. No obstante, la solución fue mejor que
si me hubiese visto obligado a cubrirme con una hoja de parra. Cuando
estuve instalado confortablemente en una hamaca y nos ofrecieron una
bandeja de frutas, tuve la impresión de que mi tórax no estaba en las
debidas condiciones. Cada vez que hacía un movimiento un poco rápido,
sentía fuertes dolores en todo el pecho. Solamente unos días más tarde, el
médico constató que tenía tres costillas rotas.
Desembarcamos en Pausania a últimas horas de la tarde. Apenas
pusimos pie en tierra firme, me di prisa en establecer contacto con una
unidad alemana con objeto de que me proporcionasen un vehículo. Tenía la
intención de llegar hasta Palau para pedir al capitán Hunäus un barco que
pudiera llevarme hasta Córcega. Sabía que el comandante de la Brigada de
las SS me estaba esperando. Por ello, tenía un especial empeño en poder
cumplir la primera parte de mi plan.
Era alrededor de medianoche cuando entramos en el puerto de
Bonifacio. Los italianos no tenían posibilidades de ponerse en
comunicación telefónica con las unidades alemanas. Sin embargo, pusieron
a mi disposición un coche a primeras horas de la mañana siguiente. Pude
enterarme de que los italianos habían concentrado parte de sus fuerzas en la
isla de Córcega y que habían prohibido, durante la noche y hasta las nueve
de la mañana, el tránsito de vehículos pesados. No me di cuenta del
significado de tan extraña orden hasta mucho tiempo después.
Como consecuencia de un malentendido telefónico, me pasé todo el día
corriendo detrás del comandante de la Brigada o viajando delante de él. No
pudimos encontramos hasta que hubo anochecido. El encuentro tuvo lugar
en Bastia, al norte de la isla. Ambos fuimos huéspedes de una unidad de la
Marina.