Page 261 - Vive Peligrosamente
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Charlamos durante algunos minutos y revisamos varias cuestiones.
Cuando Göring me pidió detalles para enterarse de los pormenores del
reciente accidente de aviación que había sufrido, no pude dominarme y le
contesté:
–El "He–111" es un avión indicadísimo para zambullirse en el mar.
Hasta se le puede emplear como submarino.
Göring aceptó mis explicaciones; incluso llegó a reírse. Me complació
comprobar que el mariscal del Reich tenía sentido del humor.
Cuando me despedí de Hitler, éste me apretó la mano con calor.
–¡Lo conseguirá, Skorzeny; confío en usted! –me dijo.
Sus palabras eran tan convincentes que me dejé contagiar por su fe.
Había oído hablar mucho sobre la fuerza persuasiva, casi hipnótica, de
Adolf Hitler. Aquel día tuve ocasión de comprobarlo personalmente.
Por la noche pasé bastante tiempo sentado a la mesa del ayudante del
Führer, en el comedor del mariscal de campo, Keitel, y conversé con
algunos caballeros. Aún recuerdo al príncipe Felipe von Hessen; capitán de
Aviación, Bauer; al coronel Rattenhuber; al mayor John von Freyand y al
señor Sündermann. Los demás se dieron cuenta, por mi uniforme, de que
acababa de llegar de Italia. Por lo tanto, fue lo más natural que
sostuviéramos una conversación sobre los acontecimientos que tenían lugar
en la península de los Apeninos.
Les expuse mi opinión. Afirmé que el país estaba cansado de la guerra y
que no me extrañaría nada que nos deparara algunas sorpresas. Estaba a
punto de hablar del partido del "príncipe heredero Humberto", cuando el
capitán Bauer me dio un puntapié por debajo de la mesa. Comprendí la
advertencia y me apresuré a cambiar de conversación. Más tarde, Bauer me
informó que el príncipe von Hessen era el cuñado de Humberto. Todo ello
me demostró, una vez más, lo peligroso del terreno en que me movía. Me
sentí alarmado. Y no pude dejar de pensar interrogativamente:
"¿Es que ni siquiera podemos hablar con libertad en el Cuartel General
del propio Führer?"
Años más tarde volví a encontrarme con el príncipe von Hessen. La
situación había cambiado. Aquel nuevo encuentro tuvo tugar en el campo
de concentración de Darmstadt. ¡Cómo varían los tiempos! ¡Nos
encontrábamos allí por ser considerados unos nazis empedernidos!
Dormí en el "Wolfsschanze" mucho mejor que la primera vez que lo
visité. Rogué me asignaran un alojamiento que no estuviese en el interior
del "bunker", para no tener qué soportar toda la noche el ensordecedor