Page 263 - Vive Peligrosamente
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Cuando el Duce estuviera con nosotros y los ciento cincuenta hombres
          que lo custodiaban hubiesen sido reducidos, me daría prisa en embarcar con
          Mussolini en uno de nuestros submarinos rápidos. Una de las entradas del
          puerto debería estar  en poder de nuestros comandos, con el fin  de tener
          libre la salida. Y, por último, deberían ser obligadas las baterías Flak
          italianas emplazadas sobre la colina y en torno al puerto a entablar combate
          con las baterías Flak alemanas de Cerdeña.
            Pero existía una cuestión que me preocupaba En lugar próximo, debajo
          de la "Villa Kern", había varias barracas militares, muy cerca del puerto.
          Estaban ocupadas por doscientos cadetes de Marina que, en ellas,
          efectuaban su instrucción. Era preciso que aquel flanco lo tuviéramos bien
          cubierto. Asimismo nos enteramos que cerca de la costa estaban amarrados
          dos viejos hidros italianos y un tercero nuevo, flamante, recién  pintado.
          Debíamos  situar nuestros comandos de tal  manera  que imposibilitaran el
          despegue de los hidros e impedir así que nos siguieran.
            A primera hora del día señalado embarqué, en compañía de Radl, en uno
          de los submarinos rápidos que integraban nuestra flotilla, y salimos del
          puerto de Anzio. Alcanzamos Santa  Magdalena después de una travesía
          bastante tormentosa. Radl desembarcó y volvió a embarcar en un bote "R"
          vía Córcega para supervisar el embarque de tropas. Tenía orden de regresar
          con ellas a Magdalena en cuanto empezase a oscurecer.
            En varias ocasiones tuve un extraño sentimiento de inseguridad,
          especialmente cuando me veía obligado a dejar en manos de otro una tarea
          que no podía efectuar personalmente.  Eso  me sucedió aquel mismo día.
          Warger había vuelto para hablar conmigo, describiéndome con todo lujo de
          detalles la topografía del lugar y las posiciones ocupadas por el enemigo.
          Habían sido localizadas cuidadosamente, y la versión de Warger no dejaba
          nada que desear. Pero como pensé que era mejor estar "muy" seguro, decidí
          hacer yo mismo una última inspección, acompañado de Warger.
            Me vestí de simple marinero y me puse en camino. Durante el trayecto
          me sentí furioso al descubrir un hilo telefónico que estaba conectado con
          nuestro objetivo y no constaba en las anotaciones hechas por Warger. Le
          hice  muchos reproches, pues estaba  convencido de que una empresa tan
          difícil como la nuestra podría terminar en fracaso por una nimiedad. Sin
          embargo, todo lo demás correspondía exactamente con las descripciones de
          Warger. Vi un doble puesto de "carabinieri" y a sus ocupantes que hacían
          guardia en la carretera; descubrí, emplazadas, varias ametralladoras en la
          misma entrada de la "Villa". Desgraciadamente, un alto muro nos impidió
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