Page 291 - Vive Peligrosamente
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inevitable informador gráfico, que tiró varias placas del edificio  y sus
          alrededores, de los  destrozados planeadores y de cuantos nos
          encontrábamos allí. No demostró conocer bien su oficio; confieso que me
          enfadé mucho cuando la película fue pasada en los noticiarios, pues parecía
          como si él hubiese estado con nosotros desde los primeros y más difíciles
          momentos. Y, como es de suponer, en aquellos instantes no estábamos en
          condiciones de posar para el operador, pues teníamos ante nosotros una
          tarea mucho más importante.
            El mayor Mors me rogó que le presentara al Duce. A mi, entonces, sólo
          me preocupaba la forma de poder llegar hasta Roma con Mussolini que, a
          partir de aquel momento, estaba bajo mi custodia.
            En el plan que tracé de antemano para lograrlo, incluí tres posibilidades.
            Una marcha, con un recorrido de ciento cincuenta kilómetros. Pero tal
          marcha, a través de unos territorios  que, apenas  hacia cuatro días, no
          estaban en manos alemanas, me parecía peligrosa, sobre todo si teníamos
          en cuenta la presencia de Mussolini, y quedó descartada.
            Por tanto, elaboré el plan "A" en colaboración con el general Student.
          Consistía en un ataque por sorpresa  al aeródromo italiano de Aquila, en
          plenos Abruzzos, a la salida del valle, con el fin de tenerlo en nuestro poder
          en un corto espacio de tiempo.
            Debía transmitir la hora "X" por radio para efectuar dicho ataque; pocos
          minutos más tarde, tres "He–111" aterrizarían en el citado aeródromo, en
          uno de los cuales, sin pérdida de tiempo, embarcaría yo con el Duce. Los
          otros dos aparatos debían proteger la acción y, después, seguir rutas falsas
          para despistar a nuestros adversarios.
            Otro plan, el "B", consistía en el aterrizaje de una "cigüeña" en una de
          las praderas del valle.
            En último lugar, debíamos poner en práctica el plan "C", que consistía
          en que el capitán Gerlach intentase aterrizar con  una "cigüeña " en las
          mismas alturas donde estaba el hotel.
            Ordené a la estación radiofónica del  valle,  ya en  nuestro poder, que
          transmitiera a Roma la puesta en práctica del plan "A". Pero cuando quise
          retransmitir detalles complementarios y fijar la hora "X" para el ataque del
          Cuerpo de Paracaidistas contra el aeródromo de Aquila en las 16 horas, no
          pudimos continuar comunicando con Roma, cosa que nos llenó de sorpresa.
          Ello me obligó a prescindir del plan "A".
            Mis prismáticos me permitieron observar el aterrizaje de una "cigüeña"
          en el valle.  Utilicé el teléfono del teleférico para  ordenar a su piloto
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