Page 122 - El Misterio de Belicena Villca
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militares contra pueblos que profesaban otra religión, hay que buscarlo en las
                 creencias ancestrales de la población occitana.
                        Indudablemente existían conexiones entre los Cátaros y los maniqueos
                 bogomilos de Bulgaria, Bosnia, Dalmacia, Servia y Lombardía, mas esos
                 contactos eran naturales entre pueblos o comunidades que compartían la
                 herencia de la Sabiduría Hiperbórea  y no implicaban dependencia alguna. El
                 catarismo fue, mas bien, un producto local del país de Oc, un fruto medieval del
                 tronco racial ibero. La antigua población ibera de Oc, como  la de Tharsis, no
                 sufrió gran influencia celta, a diferencia de los iberos de otras regiones de las
                 Hispanias y de las Galias que se confundieron racialmente con ellos y cayeron
                 prontamente bajo el poder de los Golen. En Oc los Galos no consiguieron unirse
                 con los iberos, pese a que dominaron durante siglos la región, con gran disgusto
                 de los Golen que apelarían a todos los recursos para quebrar su pureza racial.
                 Empero, los occitanos se  mezclarían luego con pueblos más afines, de modo
                 semejante a los tartesios, especialmente con los griegos, los romanos, y los
                 godos. En un remoto pasado,  los Atlantes blancos les habían comunicado la
                 misma Sabiduría que a sus hermanos de la península ibérica, para después
                 incluirlos en el Pacto de Sangre. Poseyeron, pues, su propia Piedra de Venus y la
                 perdieron a manos de los Golen cuando estos Sacerdotes del Pacto Cultural
                 favorecieron las invasiones de los  volscos tectósagos y arecómicos, los
                 bebrices, velavos, gábalos y helvios, además de instalarse en la costa
                 mediterránea con los fenicios en sus colonias de Agde, Narbona y Port Vendrés,
                 que en principio se llamó “puerto de Astarté”.
                        Ahora bien, aparte de lo que ya recordé sobre la Sabiduría de los iberos
                 del Pacto de Sangre, hay  que agregar aquí una leyenda  particular que estaba
                 bastante difundida entre los pirenaicos.  Según la misma, los  Atlantes blancos
                 habían depositado en una caverna de la región otra Piedra de Venus, a la que
                 denominaban el Gral de Kristos Lúcifer. Aquella Piedra, que trajera el Enviado
                 del Dios Incognoscible, no ya para que reflejara el Signo del Origen a unos pocos
                 Iniciados, sino para vincular carismáticamente y liberar espiritualmente a toda una
                 comunidad racial, sólo sería hallada en momentos claves de la Historia. Creían
                 que el motivo era el siguiente: el Gral constituía una tabula regia imperialis, vale
                 decir, el Gral informaba con exactitud quién era el Rey de la Sangre Pura, a quién
                 correspondía gobernar al pueblo por la Virtud de su espiritualidad y su pureza
                 racial; pero el Gral tenía el Poder  de revelar el liderazgo comunicándolo
                 carismáticamente en la Sangre Pura de la Raza: no era necesaria la Presencia
                 Física de la Piedra de Venus para escuchar su mensaje; empero, si la comunidad
                 racial olvidaba el Pacto de Sangre, si caía bajo la influencia soporífera del Pacto
                 Cultural, o si degradaba su Sangre Pura, entonces perdería la vinculación
                 carismática, se desconcertaría, y erraría al elegir sus líderes raciales:
                 sobrevendrían malos Reyes, débiles o  tiranos, quizá Sacerdotes del Pacto
                 Cultural, que en todo caso, guiarían al  pueblo hacia su destrucción racial; no
                 obstante, aún cuando el pueblo estuviese  dominado por el Pacto Culural, la
                 herencia Hiperbórea de la Sangre Pura no podría ser fácilmente eclipsada y, en
                 indeterminados momentos de la Historia, ocurriría una  coincidencia
                 culturalmente acausal que pondría a todos los miembros de la Raza en
                 contacto carismático con el Gral:  entonces todos sabrían, sin duda alguna,
                 quién sería el líder de la Raza.


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