Page 124 - El Misterio de Belicena Villca
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fundamentales, iba a surgir el catarismo, que ya no sería entonces una “herejía
                 católica”, como pretendía la Iglesia Golen, ni una religión trasplantada del Asia
                 Menor, como pretenden otros. Por el contrario, el catarismo era la expresión
                 formal de la religazón que existía a priori en la sociedad occitana: era el Gral, así
                 lo creían todos, el que religaba la sociedad occitana y constituía el fundamento de
                 la religión cátara.
                        Pero el Gral, al comunicar la próxima venida del Emperador Universal,
                 anunciaba también la Guerra, el inevitable conflicto que su Presencia plantearía a
                 las Potencias de la Materia, quizá la Batalla Final si los tiempos estaban maduros
                 para ello. El “momento histórico” de la aparición del Gral  exigía, pues, una
                 especial predisposición del pueblo para  afrontar la crisis que fatalmente
                 sucedería: era tiempo del despertamiento espiritual y del renunciamiento material,
                 de discriminar claramente entre el Todo del Espíritu y la Nada de la Materia.
                 Ahora entenderá Ud., Dr. Siegnagel, por qué los Cátaros se organizaron como
                 Iglesia y se dedicaron a predicar públicamente la Sabiduría Hiperbórea: estaban
                 preparando al pueblo  para el momento histórico,  estaban fortaleciendo su
                 Voluntad y procurando que  adquiriese el “Estado de  Gracia” que los tiempos
                 exigían. Si advenía el Emperador Universal, Kristos Lúcifer estaría más cerca que
                 nunca del Espíritu cautivo en el Hombre, favoreciendo su liberación: por eso los
                 Cátaros anunciaban la inminente llegada de Lucibel, y alentaban al pueblo a
                 olvidar el Mundo de la Materia y clavar los ojos interiores sólo en El. Si advenía el
                 Emperador Universal, se  requerirían hombres profundamente espirituales, que
                 poseyesen la Sabiduría Hiperbórea y se trasmutasen por el Recuerdo del Origen,
                 por la revelación de la Verdad Desnuda de Sí Mismo, es decir, se necesitarían
                 Hombres de Piedra: por eso los Cátaros formaron y lanzaron miles de trovadores
                 iniciados en el Culto del Fuego Frío de la Casa de Tharsis; ellos tenían la misión
                 de recorrer el país y encender en los Nobles de la Sangre, Nobles o plebeyos,
                 ricos o pobres, la Flama del Fuego Frío, el A-mort de la Diosa Pyrena, a quien
                 nombraban simplemente como  “la Dama”, o “la Sabiduría”; y los Nobles de la
                 Sangre, si comprendían el Trovar Clus, se convertían en Caballeros desposados
                 con su Espada, una Vruna de Navután, que en ocasiones consagraban a una
                 Dama de carne y hueso, a una Mujer Kâlibur que era capaz de inmortalizarlos
                 Más Allá de la Negrura Infinita de Su Señal de Muerte.


                 Vigesimoprimer Día



                        La urgencia de los tiempos había obligado a los Cátaros a exponerse
                 públicamente, acto que causaría, más tarde o más temprano, el inevitable ataque
                 de la Iglesia Católica. Los benedictinos, cluniacenses y cistercienses,
                 comenzaron bien pronto a elevar sus protestas: ya en 1119, aquel año cuando
                 los nueve Golen se instalan en el Templo de Salomón, el Papa Calixto II fulmina
                 la excomunión contra los herejes de Tolosa. Pero tales medidas no surtían efecto
                 alguno. En 1147 el Abad de Claraval, San Bernardo, Jefe Golen de la
                 conspiración templaria, recorre el Languedoc recibiendo en todos lados muestras
                 de hostilidad por parte del pueblo y de la nobleza señorial. Desde entonces será
                 el Cister quien se encargará de avivar los odios y formar un nuevo pueblo Perseo
                 para destruir al “Dragón occitano”. Pero los Cátaros, lejos de amilanarse por esas

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