Page 120 - El Misterio de Belicena Villca
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Esos sectores, que comprendían la  Sabiduría Hiperbórea, contribuyeron
                 de manera significativa a determinar el fracaso de los Golen; eran varios grupos,
                 pero entre los principales cabe citar a los Bogomilos en Italia, a los Cátaros de
                 Francia, y a los Señores de Tharsis de España.
                        Los Señores de Tharsis se habían hecho fuertes en España, tanto en la
                 región musulmana como en la cristiana: en Turdes, conservaban su obispado y la
                 propiedad de la Villa, donde una parte de la familia permanecía todo el año; en
                 Córdoba y en Toledo, vivían siempre los clérigos que se dedicaban a la
                 enseñanza; y en Cataluña y  Aragón, e inclusive en varios países europeos,
                 habitaban los que eran teólogos y doctores, y recibían la invitación de algún
                 Señor para oficiar de consejeros o instruir a las familias reales. Pero, allí donde
                 estuviesen, los Señores de Tharsis jamás olvidaban su Destino, y todos los
                 esfuerzos estaban puestos en obedecer aquellos dos principios jurados por los
                 Hombres de Piedra: preservar la Espada Sabia y cumplir la misión familiar. Su
                 prioridad era, pues, sobrevivir; pero sobrevivir como Estirpe, lo que obligaba a
                 mantenerse permanentemente informado sobre la Estrategia enemiga puesto que
                 uno de los objetivos estratégicos declarados por el Enemigo exigía, justamente,
                 el exterminio de la Casa de Tharsis. En el siglo XIII, los Señores de Tharsis tenían
                 perfectamente en claro los planes de la Fraternidad Blanca y sabían cuan cerca
                 estaban los Golen de hacerlos realidad. Para oponerse a esos planes, sin
                 arriesgar la seguridad de la Estirpe, los señores de Tharsis comprendieron que
                 necesitaban operar protegidos por una Orden de la Iglesia, una Orden que, desde
                 luego, no estuviese controlada por los Golen ni se rigiese por la Regla
                 benedictina: por supuesto,  no existía una Orden semejante. El honor de
                 fundarla, y salvar por su intermedio a la parte más sana del cristianismo, le
                 correspondería a Santo Domingo.


                 Vigésimo Día


                        Desde hoy voy a examinar, Dr. Siegnagel, la cuestión cátara, la más
                 significativa de las producciones de la Sabiduría Hiperbórea que se opuso a los
                 planes de la Fraternidad Blanca en el siglo XIII. Fue en el contexto del catarismo
                 cuando Santo Domingo fundó la Orden de los Predicadores que permitiría a los
                 Señores de Tharsis actuar de manera encubierta. Es necesario, entonces,
                 describir dicho contexto para que resulte claro el objetivo buscado por Santo
                 Domingo y los Señores de Tharsis.
                        Ante todo, cabe advertir que calificar  de “herejía” al catarismo es tan
                 absurdo como hacerlo con el budismo o el islamismo: como éstos, el catarismo
                 era  otra religión, distinta de la católica. Herejía es, por definición, error
                 dogmático sobre la Doctrina oficial de la Iglesia; no es hereje quien profesa otra
                 religión sino quien desvirtúa o interpreta torcidamente el dogma católico, tal como
                 Arrio o los mismos Templarios Golen, que fueron los herejes más diabólicos de
                 su Epoca. Por supuesto que aunque entonces se hubiese aceptado que los
                 Cátaros practicaban otra religión, como los sajones, ello no habría significado
                 diferencia alguna en el resultado: nada los podría haber salvado de la sentencia
                 de exterminio de los Golen. Herejes eran, sin dudas, los arrianos; pero no lo


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