Page 123 - El Misterio de Belicena Villca
P. 123
Se trataba de una doble acción del Gral: por una parte, revelaba al pueblo
quién era el verdadero Líder de la Sangre Pura, sin que influyese para ello su
situación social; vale decir: fuese Noble o plebeyo, rico o pobre, si el Líder existía,
todos sabrían quién era, todos lo reconocerían simultáneamente. Y por otra parte,
apuntalaba al Líder en su misión conductora, conectándolo carismáticamente con
los miembros de la Raza en virtud del origen común: en el Origen, toda la Raza
de los Espíritus Hiperbóreos estaría unida, pues el Gral, justamente, sería un
reflejo del Origen. Por la Gracia del Gral, el Líder racial aparecería ante el
pueblo dotado de un carisma evidente, innegable e irresistible; exhibiría
claramente el Poder del Espíritu Increado y daría pruebas de su autoridad racial;
y ello no podría ser de otro modo puesto que, por el Origen, volvería a estar
a las órdenes del Gran Jefe de La Raza del Espíritu, el Señor del Honor
Absoluto y de la Belleza Increada: Kristos Lúcifer o Lucibel.
El devenir de la Historia, el avance inexorable de los pueblos culturalmente
dominados por la Estrategia de la Fraternidad Blanca en dirección a las Tinieblas
del Kaly Yuga, causaría la manifestación cada vez más fuerte de las Potencias de
la Materia. Por lo tanto, los Líderes raciales que eventualmente surgiesen del
pueblo, deberían demostrar un Poder espiritual cada vez mayor para enfrentarse
a tales fuerzas demoníacas. La consecuencia de esto sería que el
enfrentamiento, entre la espiritualidad emergente de la pureza racial y la
degradación de la Cultura materialista, se iría tornando más y más intenso hasta
llegar, naturalmente, a una Batalla Final donde el conflicto se dirimiría
definitivamente: ello coincidiría con el fin del Kaly Yuga. Entre tanto, vendrían
esos “momentos de la Historia” en los que el Gral podría ser nuevamente
encontrado y revelaría al Líder de la Raza. Claro que en los últimos milenios, por
estar la Raza cada vez más hundida en la Estrategia del Pacto Cultural, los
sucesivos Líderes raciales habrían de ser consecuentemente más poderosos,
vale decir, habrían de ser Líderes Imperiales, Guerreros Sabios que intentarían
fundar el Imperio Universal del Espíritu: quien lo consiguiese, libraría al pueblo de
la Estrategia del Pacto Cultural, de los Sacerdotes del Culto, y de todo Culto;
construiría una sociedad basada en la Aristocracia de la Sangre Pura, en los
Señores de la Sangre y de la Tierra, como la que, sabiamente, procuraría
impulsar Federico II Hohenstaufen.
Y aquí llegamos a la causa oculta de la expansión cátara en el siglo XII: en
aquel tiempo existía la convicción generalizada entre los occitanos,
incomprensible para quienes carecían de pureza racial o desconocían la
Sabiduría Hiperbórea, de que estaba próximo a llegar, o había llegado, uno
de esos “momentos de la Historia” en los que surgiría el Líder Racial, el
Emperador Universal del Espíritu y de la Sangre Pura. Era un presentimiento
común que brotaba de una fibra íntima y unía a todos en la seguridad del
advenimiento regio. Y esa unidad espontánea era causa de profundas
transformaciones sociales: parecía como si los esfuerzos enteros del pueblo se
hubiesen de pronto coordinado en una empresa espiritual conjunta, en un
proyecto cuya realización permanente era la generación de la brillante civilización
de Oc. La poesía, la música, la danza, el canto coral, la literatura, alcanzaban allí
gran esplendor, mientras se desarrollaba una lengua romance de exquisita
precisión semántica, muy diferente al idioma más bárbaro de los francos del Este:
era la “lengua de Oc” o “langue d'Oc”, que dio nombre al país del Languedoc. En
la estructura de esa civilización naciente, como uno de sus elementos
123