Page 131 - El Misterio de Belicena Villca
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legados papales, deciden encargar de la misma a una Orden especial: la
                 “beneficiaria” de la empresa sería la Orden de los Predicadores, es decir, la
                 Orden fundada, como veremos, por Santo Domingo de Guzmán.
                        Pues bien, no obstante la eficaz labor desarrollada por la Inquisición con la
                 captura y ejecución de cientos de herejes occitanos, los Golen tardaron
                 veintisiete años en llegar a Montsegur: entretanto, sea por falsas informaciones,
                 sea por existir una duda razonable, o  una simple sospecha, se fueron
                 demoliendo, una por una, miles de construcciones de piedra en la occitanía,
                 contribuyendo a arruinar aún más a aquel  bello país. Empero, el Gral no fue
                 encontrado y Federico II llevó a cabo casi todos sus proyectos para debilitar al
                 papado Golen. Recién en 1244 los Cruzados al mando de Pedro de Amiel, el
                 Arzobispo Golen de Narbona, se despliegan frente a Montsegur y la Presencia
                 del Gral occitano llega a su fin: luego de que las tropas de Satanás ocupasen la
                 plaza de Montsegur “el Gral  desaparecería y nunca más sería  visto en
                 Occidente”.

                        Montsegur fue conquistado y en parte  destruido; la familia del Señor de
                 Perella fue exterminada, junto a doscientos cincuenta Cátaros que allí operaban;
                 pero el Gral no pudo ser hallado jamás. ¿Qué ocurrió con la Piedra de Venus de
                 Kristos Lúcifer? Fue transportada muy lejos por algunos Cátaros que estaban a
                 cargo de su custodia. Cabe repetir, empero, que el Gral, por ser un Reflejo del
                 Origen, está Presente en todo tiempo y lugar desde donde se plantee una
                 disposición estratégica basada en la  Sabiduría Hiperbórea, y que podría ser
                 hallado nuevamente si se diesen las condiciones necesarias, si existiesen los
                 Hombres Puros y la Muralla Estratégica. Los Cátaros, que consiguieron
                 sostenerlo como Piedra, es decir, como Lapsit Exilis, durante veintisiete años,
                 decidieron trasladarlo antes de la caída de Montsegur. Cinco de los Hombres
                 Puros se embarcaron en Marsella hacia  el destino que habían señalado los
                 Dioses Liberadores de K'Taagar:  las tierras desconocidas que existían más
                 allá del Mar Occidental, es decir, América. El navío pertenecía a la Orden de
                 Caballeros Teutónicos y los aguardaba desde tiempo atrás por orden expresa del
                 Gran Maestre Hermann von Salza: aquella evacuación fue el único auxilio que les
                 pudo facilitar Federico II, pese a que durante mucho tiempo se había aguardado
                 en Montsegur la llegada de una guarnición imperial.
                        El Constanza, que así se llamaba el buque, luego de atravesar las
                 Columnas de Hércules, se internó en el Océano y tomó la ruta que siglos más
                 tarde seguiría Díaz de Solís. Cuatro meses después, previo remontar el Río de la
                 Plata y el Río Paraná, arribaban a una región cercana a la actual ciudad de
                 Asunción del Paraguay. El mapa que empleaban los  Caballeros Teutónicos
                 procedía de la lejana Pomerania, uno de los países  del Norte de Europa que
                 estaban conquistando por mandato del Emperador Federico II: existía allí un
                 pueblo de origen danés que navegaba hacia América y poseía una colonia en el
                 lugar adonde se había dirigido el Constanza; aquellos vikingos comerciaban con
                 “unos parientes” que, según ellos, se habían hecho Reyes de una gran nación
                 que quedaba tras las altas cumbres nevadas del poniente: un país separado de la
                 colonia por extensas e impenetrables  selvas, que no sería otro más que el
                 Imperio incaico; en el Constanza venían algunos daneses que conocían el
                 dialecto hablado por los colonos.


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