Page 134 - El Misterio de Belicena Villca
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motivo era claro: en Palencia enseñaba teología el célebre Obispo Pedro de
Tharsis, más conocido por el apodo de “Petreño”, quien gozaba de confianza
ilimitada por parte del Rey Alfonso VIII, del cual era uno de sus principales
consejeros.
Lo ocurrido cincuenta años antes a su primo, el Obispo Lupo, era una
advertencia que no se podía pasar por alto y por eso Petreño vivía tras los muros
de la Universidad, en una casa muy modesta pero que tenía la ventaja de estar
provista de una pequeña capilla privada: allí tenía, para su contemplación, una
reproducción de Nuestra Señora de la Gruta. En esa capilla, Petreño inició a
Domingo de Guzmán en el Misterio del Fuego Frío, y fue tan grande la
trasmutación operada en él, que pronto se convirtió en un Hombre de Piedra, en
un Iniciado Hiperbóreo dotado de enormes poderes taumatúrgicos y no menor
Sabiduría: tan profunda era la devoción de Domingo de Guzmán por Nuestra
Señora de la Gruta que, se decía, la mismísima Virgen Santa respondía al monje
en sus oraciones. Fue él quien comunicó a Petreño que había visto a Nuestra
Señora de la Gruta con un collar de rosas. Entonces Petreño indicó que aquel
ornamento equivalía al collar de cráneos de Frya Kâlibur: Frya Kâlibur, vista
afuera de Sí Mismo, aparecía vestida de Muerte y lucía el collar con los cráneos
de sus amantes asesinados; los cráneos eran las cuentas con las Palabras del
Engaño; en cambio Frya vista en el fondo de Sí Mismo, tras Su Velo de Muerte
que la presenta Terrible para el Alma, era la Verdad Desnuda del Espíritu Eterno,
la Virgen de Agartha de Belleza Absoluta e Inmaculada; sería natural que ella
luciese un collar de rosas en las que cada pimpollo representase a los corazones
de aquellos que la habían Amado con el Fuego Frío. Domingo quedó
intensamente cautivado con esa visión y no se detuvo hasta inventar el Rosario,
que consistía en un cordón donde se hallaban ensartadas, pero fijas, tres juegos
de dieciséis bolitas amasadas con pétalos de rosa, las dieciséis, trece más tres
cuentas, correspondían a los “Misterios de la Virgen”. El Rosario de Santo
Domingo se utiliza para pronunciar ordenadamente oraciones, o mantrams, que
van produciendo un estado místico en el devoto de la Virgen y acaban por
encender el Fuego Frío en el Corazón.
No debe sorprender que mencione dieciséis Misterios de la Virgen y hoy
se los tenga por quince, ni que varíe el número de cuentas del Rosario, ni que
hoy día se asocie el Rosario a los Misterios de Jesús Cristo y se hayan ocultado
los Misterios de Nuestra Señora del Niño de Piedra, pues toda la Obra de Santo
Domingo ha sido sistemáticamente deformada y tergiversada, tanto por los
enemigos de su Orden, como por los traidores que han existido en cantidad y
existen, en cantidad aún mayor, dentro de ella.
Domingo llegó a dictar la cátedra de Sagrada Escritura en la Universidad
de Palencia, pero su natural vocación por la predicación, y su deseo por divulgar
el uso del Rosario, lo condujeron a difundir la Doctrina Cristiana y el Culto a
Nuestra Señora del Rosario en las regiones más apartadas de Castilla y Aragón.
En esa acción descolló lo suficiente como para convencer a los Señores de
Tharsis de que estaban ante el hombre indicado para fundar la primera Orden
antiGolen de la Historia de la Iglesia. Domingo era capaz de vivir en extrema
pobreza, sabía predicar y despertar la fe en Cristo y la Virgen, daba muestras de
verdadera santidad, y sorprendía con su inspirada Sabiduría: a él sería difícil
negar el derecho de congregar a quienes creían en su obra.
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