Page 240 - El Misterio de Belicena Villca
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medio. Sin embargo, Bertrand de Got acepta. También cumplirá lo prometido:
prueba de ello son las incontables calumnias que los historiadores sinárquicos
han afirmado sobre su memoria; empero, como en el caso de Felipe el Hermoso,
todas las calumnias pierden consistencia y se desintegran cuando se conoce la
Estrategia que regía y daba sentido a sus actos. Sea como fuera, el Arzobispo
conviene en cumplir con la misión que le propone el Rey: primero, condenar la
obra de Bonifacio VIII; segundo, levantar la excomunión de Felipe IV; tercero, que
la Iglesia no perciba durante cinco años, de gracia, sus rentas de Francia, a fin de
sanear la economía del Reino; cuarto, rehabilitar a los Cardenales Colonna y a su
familia; quinto, nombrar Cardenales a ciertos Domini Canis que oportunamente
se le indicarían; sexto, aprobar las determinaciones que el Reino adopte contra el
Pueblo Elegido; séptimo, incautar el oro acumulado clandestinamente por las
Ordenes benedictinas cluniacense y cisterciense; octavo, contribuir eficazmente
para lograr la extinción de la Orden del Temple y el desmembramiento de su
infraestructura financiera.
El 5 de Junio de 1305, los Cardenales eligen a Bertrand de Got, quien
toma el Nombre de Clemente V. Inmediatamente solicita ser coronado en Lyon,
capital del Condado de Provenza. ¿Por qué allí? Es otra larga historia, Dr.
Siegnagel, que no podré narrar aquí; pero le daré una respuesta sintética. Lyon,
es una ciudad edificada en un sitio conocido en la Antigüedad como Lugdunum,
que en galocelta quería decir colina de Lug; el nombre se originó porque en
aquella colina existía un Templo dedicado al Culto del Dios Lug. Ahora bien: tal
Culto era, en verdad, antiquísimo, del tiempo de los Atlantes morenos, pero se
mantuvo activo aún miles de años después que los Atlantes hubieron
abandonado Europa; ¿cómo?: porque sus descendientes viajaban desde Egipto
para que jamás faltasen Sacerdotes en la Colina de Lug o de Lyg, es decir, en
Lyon. Cuando los Golen vinieron acompañando a la invasión celta del siglo V
A.J.C., decidieron hacer de Lyon su santuario principal. Allí permanecieron en
adelante, durante la dominación romana, borgoñona y franca, hasta los días de
Felipe el Hermoso. Entonces, los Golen prácticamente ocupaban la región desde
cientos de monasterios benedictinos, cluniacenses, y cistercienses, y extensas
encomiendas Templarias: el Culto, desde luego, no había desaparecido sino que
formaba parte de los ritos secretos Templarios, pues los Caballeros eran quienes
custodiaban el sitio exacto del antiguo Templo. Para aportar sólo un ejemplo
esclarecedor, diré que no fue casual que el papa Golen Inocencio IV convocase el
XIII Concilio Ecuménico en la Ciudad de Lyon, en Junio de 1245: el mismo tenía
por objeto decretar la excomunión del Emperador Federico II, lo que se concretó
luego del violento discurso del Papa que versaba sobre “las cinco llagas de la
Cristiandad”, de las cuales, la quinta, era el Emperador. Vale decir, que, para
condenar a quien representaba al Emperador Universal del Pacto de Sangre, los
Golen se habían situado en el Templo más sagrado del Pacto Cultural.
Así, pues, el coronamiento de Clemente V tenía el carácter de un desafío
planteado en el corazón mismo del Enemigo. Y el Enemigo no dejó pasar tan
imprudente acción: un sabotaje en un tablado cargado de gente, en los
momentos en que pasaba la comitiva real, causó un desmoronamiento; Felipe IV
y Clemente V salvaron la vida por Voluntad de los Dioses, pero igual suerte no
tuvieron doce príncipes que murieron en el acto, en tanto que muchos otros
quedaron gravemente heridos, entre ellos Carlos de Valois, hermano del Rey;
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