Page 238 - El Misterio de Belicena Villca
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pobladores descubrían cuán pequeño era el número de las tropas ocupantes. En
                 el puerto de Ostia los esperaba un barco de la familia Annibaldi, aliados de los
                 Colonna, mas, para llegar hasta allí, necesitarían un importante refuerzo. Los
                 hermanos de Sciarra eran los encargados de concurrir con 5.000 hombres, pero
                 se retrasaron y el día 7 de Septiembre transcurrió en tensa calma, mientras los
                 anagneses iban despertando de la sorpresa. El 8, todo seguía igual pero
                 comenzaron a circular rumores entre los pobladores de que habían sido víctimas
                 de la traición y de un golpe de mano  de unos pocos atacantes. La hostilidad
                 comenzó a hacerse sentir en la forma de múltiples provocaciones a los soldados
                 de Nogaret y enseguida se vio que habría que dejar Anagni cuanto antes.
                 Guillermo de Nogaret, Charles de Saint Félix y Sciarra Colonna se hallaban
                 deliberando sobre la conveniencia de matar a Bonifacio o arriesgarse a llevarlo
                 con ellos cuando se enteran que Godofredo Busso se ha pasado nuevamente al
                 bando del Papa y les ha cortado la entrada al Palacio. Inmediatamente se reinicia
                 la batalla, ahora sangrienta, y los tres enviados de Felipe IV se ven obligados a
                 huir dejando a Bonifacio  VIII en manos de los güelfos. Días después se
                 encuentran en Francia, siendo  aprobado por el Gran Rey  todo lo actuado en
                 Anagni.
                        Es que la vida de Bonifacio ya no serviría a los intereses Golen pues aquél
                 había perdido irremediablemente la razón: un mes después de los sucesos de
                 Anagni, el 11 de Octubre de 1303, moriría en Roma, concluyendo con él la Era de
                 la dominación Golen medieval en la  Santa Sede, y fracasando la inminente
                 concreción de los planes de la Fraternidad Blanca, es decir, el Gobierno Mundial
                 y la Sinarquía del Pueblo Elegido. La Alta Estrategia de los Señores de Tharsis y
                 del Circulus Domini Canis estaban triunfando sobre las Potencias de la Materia:
                 Felipe IV, quien aparecía como la causa exotérica del fracaso Golen, era un
                 Iniciado Hiperbóreo que cumplía al pie de la letra  las pautas esotéricas de la
                 Sabiduría Hiperbórea. Pero la muerte de Bonifacio, Dr. Siegnagel, señalaba sólo
                 el principio del fin. Faltaba aún desmantelar la infraestructura financiera de los
                 Templarios, el germen de la Sinarquía del Pueblo Elegido.


                        La crisis que quebró el Alma de Bonifacio se produjo cuando su diabólico
                 orgullo se vio terriblemente humillado por los actos de sus enemigos: Primero el
                 Cátaro Nogaret, tratándolo como un súbdito del Rey de Francia y haciéndolo
                 prisionero en su nombre. Luego el misterioso Charles de Saint Félix,
                 transmitiéndole su poder aterrador y predicando el fracaso de los planes más
                 secretos de las Ordenes Golen: eso confirmaba las sospechas de Bernard de
                 Soisset, el Obispo de Pamiers, de que en torno a Felipe el Hermoso existía una
                 conspiración de los Hijos de las Tinieblas; rodeado de enemigos, capturado en su
                 propio palacio de Anagni, bañado en sudores fríos, Bonifacio comprendía tarde
                 ya que había subestimado a Felipe el Hermoso y que no tomó con suficiente
                 seriedad los frecuentes avisos de alarma que enviaban los monjes del Cister y los
                 Templarios. Presa entonces de una mezcla de odio y terror, sentía que su Alma
                 se iba deprimiendo sin remedio. A continuación el Banditti Sciarra, atreviéndose
                 a golpearlo y aún amenazándolo de muerte, mientras sus hombres lo cubrían de
                 insultos. Y por último, la traición de  su pueblo natal, saqueando sin pudor su
                 palacio, aliándose a sus enemigos que eran los enemigos de la Iglesia Golen, la
                 Iglesia del Dios Uno Creador del Universo, del Dios del cual él, el Sacerdote
                 Maximus, era una manifestación viviente: ¡Oh Dios Uno, qué ingratitud la de su

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