Page 241 - El Misterio de Belicena Villca
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días después moría asesinado Gaillard de Got, hermano del Papa. Felipe IV juró
                 entonces obtener Lyon para su Casa, cosa que efectivamente logró en 1307, y
                 purgarla de Golen. Clemente V, por su parte, anunció que se dirigiría a Burdeos
                 para poner en orden y entregar el Arzobispado, pero cayó por sorpresa en Cluny,
                 adonde procedió a incautarse del oro;  para evaluar el dolor, que aquella
                 fulminante venganza habría causado  a los Golen, basta pensar que la
                 recolección del oro demandó cinco días debido a su extraordinaria cantidad. Pese
                 a todo, Clemente V no huyó de Lyon sino que  regresó y fijó allí su residencia,
                 adonde permaneció hasta 1309, año en que se trasladó al palacio amurallado de
                 Aviñón, propiedad de la Iglesia.
                        En conclusión, Dr. Siegnagel, la Sabiduría Hiperbórea sugiere prestar
                 atención a Lyon, especialmente en nuestros días, pues, así como el Pueblo
                 Elegido se ha propuesto  hacer oír su voz desde Jerusalén, cuando la obra
                 nefasta de la Sinarquía esté consumada, así también los Golen se han propuesto
                 hacer oír su voz desde Lyon en ese momento.


                        Lógicamente, Clemente V tuvo que simular algún tipo de independencia
                 inicial del Rey de Francia para evitar una reacción desesperada por parte de los
                 Golen. Con ese fin aparentó ser afecto a los lujos y placeres mundanos y hasta
                 se amancebó con la Condesa de Perigord, hija del Conde de Foix, quien no era
                 más que una Iniciada Cátara que hacía de enlace con los  Domini Canis de
                 Tolosa. La exhibición de tales supuestas debilidades tranquilizó, hasta que fue
                 demasiado tarde, a los Golen. Sin embargo, la fidelidad de Clemente  V  al
                 Círculus  Domini Canis, y su Honor inquebrantable, pueden comprobarse
                 observando, no su conducta personal, sino la forma en que cumplió con la
                 misión. Para mencionar algunos de sus decretos más notables comencemos
                 recordando, por ejemplo, que en el año 1306 confirmó la ley de Felipe IV por la
                 cual, en un mismo día, fueron expropiados todos los bienes de los judíos y
                 conminados estos, sopena de ejecución, a abandonar Francia en un tiempo
                 brevísimo. Según una bula, los Colonna volvían a ser católicos y se les debían
                 restituir sus títulos y propiedades; según otra, la Iglesia se comprometía a no
                 percibir ni un luis del Reino de Francia durante los años siguientes. A solicitud de
                 Felipe el Hermoso sus legistas gestionaron un proceso eclesiástico post mortem
                 a Bonifacio VIII, el que contó con la aprobación de Clemente V; a su término, el
                 Papa emitió la bula  Rex Gloriae, en Abril de 1311, donde se resumen las
                 conclusiones: en esa bula,  res visenda, se ordena que todas las bulas de
                 Bonifacio  VIII contra Felipe  IV fuesen quemadas públicamente; Felipe  IV era
                 inocente y “católico fidelísimo”; como también serían inocentes del atentado de
                 Anagni Nogaret, Sciarra, y Charles; Bonifacio VIII, por otra parte, no fue declarado
                 hereje sino culpable de obstinatio extrema. Y agreguemos que en el curso de su
                 pontificado acabó apoderándose  de la mayor parte del oro acumulado por las
                 Ordenes benedictinas, fingiendo siempre una  insaciable ambición, y que hizo
                 oídos sordos a los reclamos de los banqueros lombardos, víctimas de una ley de
                 expropiación que confiscaba sus propiedades en Francia.
                        Es evidente, pues, que Clemente V llevó a cabo todas las metas de su
                 misión o dispuso los medios jurídicos  para que las mismas se concretasen.
                 Justamente en una entrevista celebrada en Poitiers,  en 1306, con Felipe el
                 Hermoso, los dos Iniciados acordaron el modo de disolver la Orden del Temple:
                 para Clemente V, Señor del Perro, aquello representaba el octavo objetivo de la

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