Page 380 - El Misterio de Belicena Villca
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represalia por la destrucción de la Orden del Temple! De allí que dijeran, tras
                 cada ejecución “–¡Por Molay, por Quiblón!–”, remedando a Charles de Tharsis,
                 cuando decía a los Golen que iban a morir en las hogueras de Senz: “–¡Por
                 Navután y la Sangre de Tharsis!–” ¡Malditos Golen; malditos miembros del
                 Pueblo Elegido; malditos Bera y Birsa: una nueva cuenta para saldar en la Batalla
                 Final!

                        Continuaré con el relato resumido, Dr. Siegnagel. Sólo agregaré que,
                 desde entonces, 1315 sería considerado año de luto para la Casa de Tharsis.
                        Los Hombres de Piedra del linaje de Skiold permanecieron refugiados en
                 la Isla de la Luna durante treinta y cinco años, antes de atreverse a realizar una
                 nueva acción estratégica. En ese lapso, la vigilancia de los  indios hebreos fue
                 constante sobre el lago Titicaca, pues numerosas leyendas locales hablaban de
                 las cavernas y túneles que los Atlantes blancos construyeran miles de años atrás:
                 ellos sospechaban que algunos Atumurunas podrían haberse ocultado allí. Sin
                 embargo, las Vrunas de Navután constituían un obstáculo insalvable, aún para
                 los poderes de los Demonios Berhaj y  Birchaj, seres carentes de Espíritu
                 Increado; y casi nadie que no fuese un Iniciado Hiperbóreo volvería a ver jamás a
                 los Atumurunas. En verdad, los sobrevivientes eran muy pocos, aunque los
                 acompañaban un número mayor de miembros de la Raza mestiza a la que
                 pertenecían los Amautas del Bonete Negro: esa Raza se había formado por la
                 mezcla de la sangre vikinga y los  indios que habitaban en Tiahuanaco a la
                 llegada del Rey Kollman. Empero, no obstante el mestizaje mencionado, los
                 vikingos trataron siempre de conservar la Sangre Pura e impusieron una ley por
                 la cual sólo eran Nobles aquellos que descendiesen del linaje de Skiold. De ese
                 modo, la pertenencia a la Nobleza exigía el casamiento entre integrantes de la
                 Raza conquistadora: los mestizos,  aunque eran parientes de los vikingos,
                 quedaban excluidos de la Nobleza pero no así del derecho a participar del
                 Misterio de la Sangre Pura. Vale decir, que los mestizos podían acceder a la
                 Iniciación Hiperbórea, facultad que acabó dividiéndolos a su vez en Iniciados, es
                 decir, Amautas del Bonete Negro, y  Quillarunas, o sea  Hombres Lunares o
                 Pueblo de la Luna.
                        Los sobreviventes de la matanza diaguita se componían de una docena de
                 Atumurunas y un centenar de Quillarunas. Cuando creen disminuido el peligro,
                 treinta y cinco años después, los Atumurunas deciden ocupar el Camino de los
                 Dioses, una antiquísima ruta del Imperio Atlante que iba desde Tiahuanaco hasta
                 el Mar Caribe. En una primera etapa, se expanden por el Camino secreto hasta la
                 altura de Cuzco, donde existía una salida lateral hacia aquella ciudad. Es
                 entonces que deciden enviar a dos Iniciados Atumurunas para que formen una
                 nueva Estirpe real en los  pueblos de la región de Cuzco, quienes habían sido
                 vasallos de los vikingos de Tiahuanaco durante siglos. Uno de los Iniciados era el
                 inga Manco Kapac, y el otro, su pareja hiperbórea, su Esposa y Hermana, Mama
                 Ocllo. Ambos realizaron su misión y fundaron una casta que duró hasta el fin del
                 Imperio inga, y a la cual pertenecía el Emperador Atahualpa, el inga asesinado
                 por Pizarro. Empero, pese a los esfuerzos efectuados, pese a que los
                 descendientes de Manco Kapac sólo se casaban entre ellos, nada pudieron hacer
                 los ingas de Cuzco para evitar la degradación de la Sangre Pura. En un siglo ya
                 no surgían Iniciados de la familia real y los ingas dependían de los Amautas del
                 Bonete Negro para cualquier oficio esotérico. Mas no concluyó allí la caída de los

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