Page 382 - El Misterio de Belicena Villca
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de Dioses Lares, o de un Dios Supremo, Creador del Mundo, representado por el
                 Fuego Caliente, el Fuego Creador que nunca se extingue, el Logos Solar, el Sol.
                 Y sobre la Apacheta reinaba ahora una Pachamama-Binah, Madre Tierra, Shakty,
                 Matriz Creadora de las cosas; Diosa del Amor a la que convenía sacrificar para
                 que interviniese ante su Esposo, el Creador Uno. La Apacheta perdió desde
                 entonces su carácter estratégico y orientador hacia el Origen y fue, para los ingas
                 de Cuzco, un objeto del Pacto Cultural, un instrumento de  idolatría de los
                 Sacerdotes de la Fraternidad Blanca, los nuevos “Amautas”.
                        Tal proceso de decadencia espiritual resultó catastrófico para los
                 Atumurunas del lago Titicaca, que igualmente no lograban preservar la Sangre
                 Pura y se enfrentaban día a día con el peligro de la extinción racial. Su presencia
                 se reducía ahora al ámbito del Camino de los Dioses, al que terminaron
                 ocupando casi por completo, y a la “Ciudad de la Luna”, en la caverna secreta de
                 la Isla de la Luna. Rara vez se hacían ver por los pobladores del Imperio de
                 Cuzco, como no fuese para transmitir alguna información esotérica a los ingas,
                 mas sus apariciones eran temidas, pues se los consideraba como “anunciadores
                 de males”, “presagiadores de desastres”, etc. Sus “enviados” eran los Amautas
                 del Bonete Negro, quienes tampoco se hacían ver demasiado e inspiraban
                 idéntico temor.

                        Conviene aclarar, Dr. Siegnagel, que una vez ocupado el Camino de los
                 Dioses, sólo fue utilizado para desplazarse por los Amautas del Bonete Negro:
                 los Atumurunas empleaban en cambio un sendero subterráneo que
                 atravesaba la Cordillera de los Andes de extremo a extremo, y tenía el
                 mismo trazado que el Camino de los Dioses, es decir, que se extendía por
                 debajo de éste. Existían entradas  secretas verticales que comunicaban el
                 Camino de los Dioses con el túnel cordillerano, por las cuales “aparecían”
                 los misteriosos Atumurunas. Y, según afirmaban las leyendas ingas, aquel
                 túnel, construido por los Atlantes blancos, poseía vehículos de piedra que
                 permitían viajar a velocidades fantásticas.
                        Finalmente, dos años antes de la llegada de Francisco Pizarro a
                 Cajamarca, la situación de los Atumurunas se tornó desesperada: sólo disponían
                 de la Princesa Quilla para mantener la sucesión matrilineal de la Estirpe, pero no
                 acertaban a determinar su matrimonio pues los doce Atumurunas vivientes eran
                 todos parientes demasiado cercanos y  cuyos padres y abuelos habían sido
                 también primos y hermanos entre sí; cualquier enlace con ellos degradaría con
                 seguridad la Sangre Pura, causaría la degeneración de los descendientes. Fue
                 en esas circunstancias que los Noyos observaron “una Señal Lítica en la Piedra
                 de Venus” y recibieron la visita “del Dios Küv”.

                        La Corona del Rey Kollman descansaba desde hacía siglos sobre un altar
                 de piedra con forma de sector circular recto: los extremos del arco exterior se
                 unían con un arco interior en relieve, paralelo al primero, para simbolizar la
                 imagen de la Luna en cuarto menguante; y sobre esa media luna se ubicaba la
                 Corona Sagrada, con la Piedra de Venus enfrentando  el borde circular. Los
                 Noyos se sentaban normalmente frente a la Corona, alineando con la vista la
                 Piedra de Venus y el vértice del ángulo recto del altar. A diferencia de lo ocurrido
                 con los señores de Tharsis, quizá a causa de la endogamia, los doce Noyos
                 Atumurunas fueron capaces de proyectar la Señal Lítica en la Piedra de Venus.

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