Page 389 - El Misterio de Belicena Villca
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siempre “oficialmente”, envía una flota desde el Perú a aguardarlo en Chile frente
                 al puerto de Arauco, Diego de Rojas se propone adentrarse lo más posible hacia
                 el Sur, siguiendo el rastro de los fugitivos. Asciende así hasta la meseta del
                 Titicaca y baja a la Quebrada de Humahuaca, debiendo sostener permanentes
                 combates contra los indios, que han sido alertados por los Amautas del Bonete
                 Negro sobre las intenciones conquistadoras de los españoles: los ocloyas,
                 humahuacas, pulares, jujuyes, etc., los atacaron sin cesar durante toda la
                 travesía de la puna jujeña. Sin embargo, consiguieron llegar a Chicoana, hoy
                 Molinos, y allí quiso la suerte que descubriesen unas  gallinas de Castilla en
                 poder de los indios Quilmes, gallinas que habían sido obsequiadas por la
                 Princesa Quilla, lo que determinó que el rumbo de los expedicionarios se
                 aproximase peligrosamente al Pucará Tharsy. La presencia de las gallinas
                 convenció a Diego de Rojas de que en aquella región habitaban “otros blancos”,
                 tal cual lo creyera Almagro, y lo impulsó a atravesar el Valle Calchaquí a lo largo,
                 es decir, de Norte a Sur, hasta Tolombón y luego, por Fuerte Quemado, hasta
                 Punta de Balasto, cruzando entonces los Nevados del Aconquija para salir a la
                 altura de Concepción del Valle Thafy. Afortunadamente, aquella ruta llevó a los
                 españoles demasiado al Sur y no hubo necesidad de poner a prueba las
                 defensas mágicas del Pucará de Tharsy, ahora convertido en residencia
                 permanente de los Señores de Tharsis.
                        Diego de Rojas se enfrentó valientemente a los juríes del Tucumán, sin
                 conseguir noticia alguna sobre el “Rey Blanco”,  y continuó luego su marcha
                 errónea hacia el Sur, explorando tierras que fueron denominadas por la Raza de
                 sus habitantes: “juríes” o Santiago del Estero; “diaguitas” o Salta, Tucumán,
                 Catamarca, La Rioja, San Juan, y Noroeste de Córdoba; y “comechingones” o
                 Córdoba. A su regreso de estos estériles recorridos, a la altura de Salavina, en
                 Santiago del Estero, el valeroso Diego de Rojas halló la muerte a causa de la
                 ponzoña que una flecha diaguita depositó en su pierna. Tres años después de su
                 partida, regresó aquella expedición a Perú, al mando  de Nicolás de Heredia,
                 quien no obstante la pérdida de Rojas hubo de pasar un año recorriendo el Valle
                 de Thafy en busca de la Ciudad de los Césares.

















                 Círculos de Piedra en el Tafí del Valle, en la Provincia del Tucumán, Argentina.
                 (Arriba, los Círculos se esconden entre la vegetación. Abajo, otros círculos aparecen en medio de
                 una gran hoyada, custodiados por el Cerro Ñuñorco)








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