Page 393 - El Misterio de Belicena Villca
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como niebla lechosa, había invadido a la enorme Piedra que, al notar nosotros el
fenómeno, ya no era posible distinguir. No obstante, poco a poco se fue
plasmando, en lugar del Meñir, la imagen corpórea de un Gigante de Otro Mundo.
En verdad, se trataba de un doble fenómeno, pues, en la Piedra de Venus, iba
surgiendo nítidamente, también la imagen de un lugar desconocido: era
igualmente un Valle, pero en nada semejante al de Thafy que viera Lito de
Tharsis cuatrocientos años antes; éste poseía dos Ríos que lo surcaban
longitudinalmente, igual que los Ríos Tinto y Odiel al Valle de Tharsis, en
Huelva; y en un extremo, hacia el Oeste de la figura, se podía apreciar
claramente un cerro que ostentaba en su ladera la entrada a una caverna de
forma vrúnica.
–¡Gracia y Honor, Sangre de Tharsis! –dijo el Gigante, al tiempo que
levantaba el brazo derecho para expresar el Bala Mudra; y ambos comprendimos
que se trataba del Capitán Kiev, uno de los Señores de Venus. ¡El Capitán Kiev,
quien se había despedido de nuestra Estirpe “hasta la Batalla Final”! ¿Acaso
había llegado el momento, anhelado por tantos siglos, de que los Dioses
acompañasen nuevamente a los hombres en su Enfrentamiento Total contra las
Potencias de la Materia? Nos apresuramos a responder al saludo, aguardando
con expectación Sus sabias palabras:
–¡Salve, Vale, Capitán Kiev!
Y el Señor de Venus se dirigió a nosotros de esta forma:
–¡Sangre de Tharsis, os traigo el saludo de Navután, el Señor de la
Guerra! ¡Y también os traigo Su Palabra! ¡Prestad atención, abrid bien
vuestros sentidos porque la presente es oportunidad única, el Kairos de la
Batalla Final! Como siempre ha ocurrido, y como no podría ser de otro modo
dado el sitio infernal en que os halláis, soy portador de buenas y malas
noticias para vosotros. Las buenas consisten en la orden del Señor de La
Guerra que ahora os transmito: ¡es la Voluntad de Navután que la Espada
Sabia sea transportada al sitio que habéis visto en la Piedra de Venus! Tal
sitio es un Valle que se halla en las regiones del Corazón de la Argentina,
muy cerca del Cerro Uritorco, el Cerro de Parsifal, donde el Señor de la
Guerra, en un pasado remoto, depositó su Bastón de Mando junto a una
Fortaleza construida por Guerreros Sabios que lo conocían como “Cacique
Vultan”. En otro Cerro, de ese valle que habrá que localizar, se encuentra
una Caverna Secreta construida por los Atlantes blancos y protegida por
las Vrunas de Navután: ¡Allí debe ser llevada la Espada Sabia! Os
preguntaréis por qué debe hacerse esto y os responderé que se trata de
uno de los actos fundamentales de la Batalla Final: se trata, en verdad, del
enlace entre los Dioses y los hombres dormidos. Los Señores de Tharsis, como
los Señores de Skiold y otras Estirpes semejantes, son hombres despiertos
que siempre han contado con un Misterio Revelado y una Piedra de Venus
para obtener la orientación hacia el Origen y la Iniciación Hiperbórea.
Incluso a vuestra Estirpe le fue encomendado iniciar de ese modo al Señor
de la Voluntad y el Valor Absolutos, al Führer de la Raza Blanca. Por eso se
os hará difícil imaginar a un Iniciado de la Orientación Absoluta, a un
Pontífice Hiperbóreo capaz de construir en todo tiempo y lugar el puente
indestructible entre lo Creado y lo Increado, entre la Ilusoria Actualidad y la
Realidad del Origen. Tal Iniciado no requiere otra referencia que Sí Mismo
para orientarse hacia el Origen, él es su propia “Piedra de Venus”, y no
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