Page 398 - El Misterio de Belicena Villca
P. 398

a su mando se encontraba el Capitán Diego Fernández, fiel Camarada de mi hijo.
                 En combinación con éste, Noyo consiguió que se montase un gigantesco
                 operativo de rastrillaje y cerrojo, en la subzona de Tafí del Valle, para mediados
                 del mes de Abril de 1977: el objetivo de la operación procuraba aniquilar a una
                 columna del  E.R.P., Ejército Revolucionario  del Pueblo, que actuaba en la
                 subzona contando con el apoyo de algunos pobladores pertenecientes al P.R.T.,
                 Partido Revolucionario de  los Trabajadores. En esa  noche negra para los
                 comunistas, el Ejército obtendría varias horas de zona libre, durante las cuales
                 se interrumpiría el sumistro eléctrico, y sus comandos se desplegarían en toda la
                 ciudad de Tafí del Valle y pueblos aledaños a fin de capturar a los subversivos.
                 Irían sobre blancos seguros, verdaderos agentes de la subversión y combatientes
                 irregulares, la mayoría de los cuales habían sido señalados por Noyo. Fue por
                 eso que Noyo solicitó como cobertura táctica que se allanase nuestro domicilio y
                 se simulase su detención: “eso alejaría las sospechas del Enemigo”, alegó.
                 Cuando todo estuvo listo para la acción, se acordó que Diego Fernández en
                 persona se ocuparía de su falsa captura, con el fin de evitar los imponderables o
                 confusiones que pudiesen surgir si intervenían otros militares y así asegurar su
                 inmediata libertad. Libertad que Noyo aprovecharía  para desaparecer “por un
                 tiempo”.
                        Naturalmente, nada de esto ocurriría pues Noyo partiría con la Espada
                 Sabia dispuesto a no regresar jamás a Tafí del Valle; pero eso no lo sabían sus
                 Camaradas del Ejército. De acuerdo a la particular metodología represiva que
                 empleaban las Fuerzas Armadas en la lucha antisubversiva, nunca utilizaban
                 órdenes de allanamiento o siquiera daban parte a la Justicia en las redadas
                 nocturnas del tipo que llevaron a cabo en Tafí del Valle: los sospechosos eran
                 simplemente secuestrados, pasando en adelante a revistar en la aún más
                 sospechosa categoría de “desaparecido”. De ese modo, al día siguiente de la
                 redada, Noyo figuraba como uno de los “200 desaparecidos de Tafí del Valle”.
                 Para comenzar a representar entonces mi papel, Yo  me apersoné en los
                 Tribunales y presenté el inútil habeas corpus, junto con los restantes familiares
                 de los desaparecidos. El recurso legal, como era ya costumbre, fue rechazado,
                 puesto que los Jueces compartían la metodología oficial o bien temían engrosar
                 ellos también la fatídica lista de desaparecidos. Y sucedió así que, al no poseer
                 una respuesta oficial razonable sobre el paradero de mi hijo, empecé a moverme
                 por mi cuenta, al principio de manera muy lenta y  disimulada, pero luego, al
                 valerme de la oposición estratégica, más rápidamente, hasta desaparecer por
                 completo.
                        Para desesperación del Enemigo, que pronto estuvo sobre mi pista, solía
                 esfumarme por completo, en determinado sitio, y aparecer como “por arte de
                 magia”, en lugares a veces muy distantes. Avanzaba y volvía sobre mis pasos,
                 desconcertando permanentemente a quienes me vigilaban; ora estaba en Jujuy,
                 ora en Tafí del Valle; luego en Bolivia  y luego nuevamente en Tucumán, en
                 cuestión de horas, si es que el tiempo sirve de alguna referencia en la guerra
                 mágica que había emprendido. Además, el Enemigo era incapaz de determinar el
                 Mundo en que me hallaba  en todo momento: si tropezaba con un  lapis
                 oppositionis, por ejemplo, podía ocurrir que  al seguir por el camino que
                 supuestamente Yo habría tomado se encontrase con un Tafí del Valle en el que
                 jamás había habitado la familia Villca; o con una Belicena Villca que nunca se
                 había casado ni tenido hijos; o con un Mundo en el que no se libraba la lucha

                                                           398
   393   394   395   396   397   398   399   400   401   402   403