Page 400 - El Misterio de Belicena Villca
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hablado, ni pueden hablar, porque si lo hiciesen expondrían a Noyo a una muerte
segura a manos de las organizaciones subversivas, ya que incluso nuestro
Servicio de Inteligencia está infiltrado por ellas. Pero Ud., con sus absurdos
actos, ha caído bajo el ojo de otros Servicios de Inteligencia, e incluso es vigilada
y seguida por miembros de nuestra propia fuerza que ignoran la verdad de los
hechos. Y observe Ud. ahora qué endiablada trama se ha formado: si guardamos
silencio para proteger a Noyo, nuestro Camarada, arriesgamos la vida de su
madre, pues de continuar la confusión nadie sabe qué medidas podrían tomar los
restantes Grupos de Tareas que reprimen en el Norte; y si hablamos, salvamos a
su madre pero descubrimos peligrosamente la función de Noyo, lo que requerirá,
al final, de una verdadera desaparición para lograr recuperar la seguridad
perdida, quizá un cambio permanente de identidad, o la radicación prolongada en
otro país ¿Comprende ahora el problema, Señora Belicena? Queremos saber
qué hacer pues, lo que hagamos, debemos realizarlo pronto, con urgencia, como
le dije antes, ya que las cosas han cambiado desfavorablemente para los que
profesamos la ideología nacionalsocialista, entre los que se cuenta, desde luego,
el Camarada Noyo.
Sí. Entonces me dispuse a darle una respuesta concreta al Capitán. Su
elocuencia me había permitido evaluar la situación desde otro punto de vista y
comprendía que sería catastrófico para nuestra Estrategia que los Camaradas de
Noyo aclarasen la situación y revelasen lo sucedido la noche de su desaparición.
Yo venía afirmando invariablemente, en cuanta ocasión se me presentaba y ante
cualquier público, que mi hijo Noyo “había sido asesinado por las Fuerzas de
Represión”: el Enemigo no podía comprobarlo con certeza ni negarlo, por cuanto
en esos días existían miles de casos semejantes, de personas que desaparecían
como Noyo sin dejar rastros. Pero una Piedra de Venus se había movido, según
percibían los Dioses Traidores, y simultáneamente comenzaba mi
desplazamiento errático por los distintos Mundos del Norte Argentino y otros
países de Sud América: y ello sólo se podía tratar de una Estrategia contra los
planes de la Fraternidad Blanca, Estrategia que los Demonios esperaban
contrarrestar desde cuatrocientos años antes. Hasta el momento así lo habían
creído pues ignoraban totalmente la maniobra de Noyo. Empero, todo se
derrumbaría si los militares aclaraban el caso y el Enemigo se enteraba de lo
sucedido luego del secuestro: sin abandonar mi persecución, reorientarían la
búsqueda hacia Noyo y pondrían en peligro el objetivo estratégico de su misión.
Tenía que evitar, pues, que los militares hablasen. Mas bien, tenía que ganar
tiempo, porque de las palabras del Capitán se infería que la urgencia se debía a
un cambio que luego tornaría imposible cualquier aclaración. Seguramente, sería
el cambio político anunciado por el Capitán Kiev, el que sumiría a la Nación en la
ruina económica y moral, y la pondría atada y amordazada en manos de la
Sinarquía Internacional.
Tratando de disipar la preocupación del Capitán sobre mi suerte o el
estado de Noyo, le respondí, súbitamente locuaz:
–Experimentan ustedes temores infundados por lo que me pueda pasar o
sobre el futuro de Noyo –afirmé–. Ciertamente que he exagerado mi papel, ahora
lo veo claro –mentí– y le prometo que a partir de hoy cesaré de representarlo. En
cuanto a Noyo, le aseguro que se encuentra bien aunque ignoro su paradero. El
se comunica conmigo a través de un buzón secreto y no vacilaré en escribirle
inmediatamente sobre todo lo que Ud. me ha dicho: habrá que esperar un tiempo,
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