Page 405 - El Misterio de Belicena Villca
P. 405

Perez”, militar de raza hebrea que trabajaba para el Shin Beth. Este tomó a su
                 cargo el caso y elaboró un expediente inflado de falsedades, en el que constaba
                 la supuesta actividad subversiva de mi hijo Noyo y el apoyo que Yo le brindaría,
                 tanto a él como a la organización en la que militaba. Fraguó la descripción de las
                 circunstancias de la detención, los interrogatorios y el tenor de las confesiones; y
                 obtuvo de un Médico militar el diagnóstico de demencia y de un Juez la orden de
                 internación en el Hospital Neuropsiquiátrico Dr. Javier Patrón Isla. Y de este
                 modo llegué hasta aquí, Dr. Arturo Siegnagel. Pero entonces Yo había decidido
                 morir.
                        Sí, estimado Dr. En esos días, mi  único deseo era morir con Honor,
                 suicidarme antes de caer en las garras fatales de Bera y Birsa, quitarles a los
                 Malditos Inmortales el placer de su venganza, el cumplimiento de la sentencia de
                 exterminio que trataban de ejecutar desde la Epoca de  los Reyes iberos. Sólo
                 necesitaba una mínima recuperación física y un pequeño  descuido de la
                 vigilancia médica para quitarme la vida por cualquier medio. Sin dudas, Dr., que
                 ésto hubiese podido hacerlo sin problemas en todo este tiempo que llevo
                 internada. Huir ya no representaba salida para mí sin orientación externa y, de
                 todos modos, la misión estaba realizada: Noyo guardaba en la Caverna Secreta
                 de Córdoba la Espada Sabia; y aunque Yo no pudiese encontrarlo, aunque
                 quisiera, la orden del Señor de la Guerra se había  cumplido y eso era lo
                 importante. Entonces, morir no representaba más que un pequeño intervalo hasta
                 la Batalla Final: iría astralmente a K'Taagar y regresaría pronto, para ajustar las
                 cuentas al Enemigo del Espíritu Eterno. Mientras tanto, eludiría la última
                 persecución de Bera y Birsa. Este era mi pensamiento al llegar aquí, Dr.
                 Siegnagel.
                        Empero, algo me hizo cambiar de idea no bien llegué; y fue por eso
                 que, a pesar de que continué simulando estar demente, inicié la redacción
                 de esta extensa carta. Para ser clara, “ese algo” por el cual troqué mis
                 intenciones suicidas fue Ud., Dr. Siegnagel. En verdad, apenas le vi, comprendí
                 que tenía Ud. manifestado en alto grado el Símbolo del Origen; pero aprecié
                 también que era inconsciente de ello,  que desconocía hasta en sus menores
                 detalles la Sabiduría Hiperbórea:  es Ud. un Hombre de Sangre Pura, Dr.
                 Siegnagel. Pero la memoria de la Sangre se halla bloqueada por su Alma.
                 No conoce Ud. la existencia de su Espíritu Eterno ni sabe cómo orientarse
                 hacia el Origen. Padece de una amnesia metafísica que es producto de la
                 Edad Oscura en que actualmente vivimos, propia del encantamiento con
                 que las Potencias de la Materia sumen al hombre en el Gran Engaño,
                 característica de la decadencia espiritual del hombre y de su atracción por
                 la cultura materialista: en fin, es  Ud., Dr. Siegnagel, un hombre dormido.
                 Pero es un Hombre. Un ser dotado de Espíritu Increado que puede
                 despertar. Su presencia aquí, en este oscuro nosocomio, la he tomado como
                 una señal de los Dioses, como un mensaje del Señor de la Guerra y del Capitán
                 Kiev, tal vez como una revelación del Pontifex, Señor de la Orientación Absoluta.
                 Al verlo, Dr., comprendí a qué se refería el Capitán Kiev cuando anunciaba que
                 “hombres dormidos restablecerían  el nexo antiguo con los Dioses”: tales
                 hombres dormidos son, sin dudas, semejantes a Ud. Lo tienen todo en la Sangre
                 Pura, pero en forma potencial:  sólo requieren la Iniciación Hiperbórea para
                 que esa potencia racial se desarrolle y  aflore en la conciencia. Y la
                 Iniciación Hiperbórea, Dr. Siegnagel, hoy por hoy, sólo es capaz de

                                                           405
   400   401   402   403   404   405   406   407   408   409   410