Page 408 - El Misterio de Belicena Villca
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Valle, a la vieja Chacra familiar; allí vive Segundo, el indio que solía visitarme,
quien le aclarará muchas cosas prácticas, aunque no tantas como Ud. podrá
desear. El le dará algo del oro de los ingas, que aún queda, para afrontar los
gastos que surjan, pero deberá ser muy cauto al reducirlo. ¡Manejar oro es
siempre peligroso!
Recuerde que embarcada en un movimiento semejante al que Ud.
emprenderá fui descubierta por los Demonios de la Fraternidad Blanca y, por
medio de su Ciencia Maldita, llevada a la locura con la que Ud. me conoció. Sólo
pude salir de ese estado de alucinación gracias a los restos de mi voluntad
graciosa luciférica, como dije, y a la ayuda tranquilizante de la planta ayu huasca
que me traía Segundo. Pero la lucidez sólo me duraba algunas horas, que
aproveché para escribir esta carta, ya que no se trataba de un antídoto
totalmente eficaz. La droga de los Demonios permite la hipnosis a la distancia,
pero la enredadera ayu huasca, o caapi, posee un alcaloide que me sacaba
transitoriamente de su control: así pude completar el presente manuscrito y
desafiarlos en sus Infernales Moradas, y es por eso que ellos no tardarán en
venir a ejecutarme.
Hasta siempre Dr. Siegnagel. Quisiera que esta carta la leyera con los
Ojos del Espíritu. Mis mejores deseos van para Ud. cumpla o no mi pedido, crea
o no en lo que aquí he narrado. Si se decide a complacerme, significará que es
Ud. un Kshatriya y entonces nos volveremos a ver en el Valhala o durante la
Batalla Final. Que Navután lo Guíe y Frya lo A-me.
Siempre suya, Belicena Villca.
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