Page 397 - El Misterio de Belicena Villca
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Sexagesimosegundo Día
La niebla se había disipado y estábamos nuevamente frente al Meñir de
Tharsy. Ambos nos miramos con la interrogación pintada en el rostro,
conscientes de que afrontábamos el mismo dilema. ¿Quién respondería a la
orden de transportar la Espada Sabia al Valle de Córdoba? ¿Y quién asumiría la
misión suicida de distraer al Enemigo? Para mí la cuestión no ofrecía dudas: Yo
me ocuparía de la táctica de distracción. Pero supuse, y supuse bien, que Noyo
se opondría a esa decisión: él, me decía, estaba mejor dotado para ofrecer al
Enemigo la mayor resistencia; jamás se rendiría. Yo debería viajar con la Espada
Sabia mientras él desviaba tras sus pasos la atención del Enemigo.
Mucho me costó, Dr. Siegnagel, persuadirlo de que mi plan era
estratégicamente superior. Y lo era porque el mismo no apuntaba solamente a
poner a buen resguardo la Espada Sabia sino que contemplaba la muy probable
posibilidad de que el Señor de la Orientación Absoluta y su Orden de
Constructores Sabios requiriesen también el apoyo de la Sabiduría Hiperbórea de
la Casa de Tharsis, especialmente la valiosa experiencia recogida en milenios de
luchar contra las Potencias de la Materia: ¿quién conocía mejor que los Señores
de Tharsis la conspiración sinárquica de los Golen, hoy afirmados en todas las
Iglesias Cristianas, y su modo de actuar? ¿y sobre Bera y Birsa? ¿quién tiene
más derecho que los Señores de Tharsis para descubrir sus sentencias de
exterminio? Según mi criterio, que al final se impuso, sería Noyo quien localizaría
la Caverna Secreta y se instalaría en ella como Noyo de la Piedra de Venus,
manteniendo la Custodia hasta el día en que el Pontífice Hiperbóreo construyese
el puente metafísico y un Noyo de su Orden de Constructores se lanzase por él
para conectarse con los Dioses Liberadores.
Puestos de acuerdo sobre quién ejecutaría cada rol, nos abocamos a
planificar la Estrategia particular que nos permitiría cumplir con las órdenes de los
Dioses. La Estrategia ideal, según convinimos, consistiría en crear un clima
caótico en torno a la Chacra de Tafí, dando lugar a situaciones lógicamente
impredecibles que favoreciesen nuestra operación. Así, en medio de una
situación de alto valor estratégico para nosotros, pero totalmente ajena a tales
fines para cualquier observador extraño a la Casa de Tharsis, Noyo se filtraría
sorpresivamente con la Espada Sabia y emprendería el camino hacia la Caverna
Secreta. Simultáneamente, Yo me desplazaría en sentido contrario,
ostensiblemente, para distraer al Enemigo. Sería rápidamente detectada, pero el
riesgo estaba calculado: lo importante era ganar tiempo, durar lo suficiente como
para que Noyo llegase al Valle de Córdoba. Con estos propósitos, preparamos al
detalle todas las fases de la empresa.
Dieciocho meses después, en Abril de 1977, ya disponíamos de todo lo
necesario y nos hallábamos ajustando los pasos finales. Teníamos las dos
alforjas con las piedras indeterminadas, los lapis oppositionis, aptos para
practicar la oposición estratégica. Y todo estaba listo para crear el clima de caos
que las circunstancias requerían. Esto se lograría con la colaboración involuntaria
del Ejército. Me explico mejor: para sistematizar la lucha contra la guerrilla, el
Ejército había dividido al país en seis Zonas; la zona III comprendía a las
Provincias de Córdoba, La Rioja, Catamarca, Salta, Jujuy, Santiago del Estero y
Tucumán; en Tucumán, la subzona 113 abarcaba la región de nuestra Chacra y
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