Page 52 - El Misterio de Belicena Villca
P. 52

del bosque, en un sitio que, extrañamente, estaba poblado por un pequeño grupo
                 de manzanos. En los días de los Señores de Tharsis, sólo sobrevivía uno de
                 aquellos manzanos, y nadie sabía explicar si los otros habían desaparecido por
                 causas naturales o por el talado intencional. El que quedaba estaba plantado a
                 unos veinte pasos del meñir y se veía a todas luces que se trataba de un árbol
                 varias veces centenario.
                        Toda la Antigüedad mediterránea pregriega conocía la existencia del
                 “Manzano de Tharsis”, hacia el que solían emprender peregrinaciones anuales
                 los devotos de la Diosa del Fuego. En  un comienzo, en efecto, los fresnos y
                 manzanos      estaban     asociados    a    Navután     y   Frya,    respectivamente.
                 Posteriormente, luego de la alianza de sangre con los pueblos del Pacto Cultural,
                 los Sacerdotes consagraron el Manzano de Tharsis a la Diosa Belisana y
                 establecieron la costumbre de celebrar el Culto al pie de su añoso tronco. Para
                 ello construyeron un altar de piedra compuesto de dos columnas y una losa
                 transversal, sobre la que se asentaba la Lámpara Perenne: aquel fuego inmortal
                 representaba a la Diosa, y el Manzano el camino a seguir. Conforme enseñaban
                 los Sacerdotes, el Dios Creador escribió el Culto en la semilla del manzano; el
                 árbol era sólo una parte del mensaje referido al destino del hombre; la flor, por
                 ejemplo, equivalía al corazón del hombre, el asiento del Alma, y su forma, y su
                 color, expresaban la Promesa de la Diosa; pero otra parte del mensaje estaba
                 escrito en el rosal y la Promesa de la Diosa también lucía en su flor, en su forma
                 y su color; el manzano y el rosal no sólo eran plantas de la misma familia sino
                 que en realidad consistían en una sola planta: fue la Promesa de la Diosa la que
                 dividió la semilla del manzano para que hubiesen varias flores diferentes, flores
                 que revelarían el camino de la perfección a aquellos hombres que se entregasen
                 a Ella y abrazasen su Culto.
                        Por supuesto, el mito que describía el Culto sólo sería revelado por los
                 Sacerdotes a quienes ellos consideraban que estaban preparados para la
                 iniciación en el sacerdocio, es decir, a quienes iban a ser también Sacerdotes. El
                 significado, secreto, de la Promesa  sería éste: el manzano y el rosal
                 correspondían a dos estados o fases de la vida del hombre, como la niñez y la
                 adultez, por ejemplo; cuando  era “como niño”, el hombre tenía su corazón
                 semejante a la flor del  manzano, que era blanca y sonrosada por fuera, y se
                 desplegaba insensatamente; cuando fuese “como adulto”, es decir, cuando fuese
                 iniciado como Sacerdote del Culto o cuando fuese capaz de oficiarlo como un
                 Sacerdote, tendría el corazón como la flor del rosal, que era del color del Fuego
                 de la Diosa y jamás se desplegaba totalmente, como no fuera para morir; por eso
                 existía en el mundo un solo manzano y muchos rosales: porque muchas serían
                 las perfecciones que podría alcanzar el hombre que emprendiese el sacerdocio
                 de la Diosa; la historia del manzano ya estaba escrita, en cambio la historia del
                 rosal se estaba siempre escribiendo; y la mejor parte aún no había sido escrita:
                 vendrían al mundo, algún día, hombres de un corazón tan perfecto, que entonces
                 advendrían las rosas más bellas, como nunca se vieron antes en la Tierra.
                        Con esta explicación, se entenderá por qué los Sacerdotes habían
                 permitido que un viejo rosal de pitiminí se hubiera enrollado como una serpiente
                 en el tronco del Manzano de Tharsis: indudablemente, tal disposición de los dos
                 árboles era necesaria para representar el significado secreto del Culto. El ritual
                 obligaba a adorar el Fuego de la Diosa y admirar la flor del manzano, deseando
                 intensamente que la Diosa cumpliese la Promesa y el corazón del Sacerdote se

                                                           52
   47   48   49   50   51   52   53   54   55   56   57