Page 53 - El Misterio de Belicena Villca
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tornase como la flor del rosal. Pero el pueblo, que habitualmente ignoraba esta
                 interpretación del Culto, acudía de todas partes al Manzano de Tharsis para
                 realizar sus ofrendas ante el Altar de Fuego de la Diosa.
                        Cuando mis antepasados adquirieron los derechos del Señorío de Tharsis,
                 que entonces era muy reducido y estaba devastado por la reciente guerra contra
                 los fenicios, se hicieron cargo naturalmente del Culto Local, aunque carecían de
                 una Lámpara Perenne. Prácticamente no introdujeron reformas en lo referente a
                 la Promesa pues aceptaban como un hecho que el corazón estaba relacionado
                 con la flor del manzano y que la adoración a la Diosa ocasionaría una
                 trasmutación análoga a la flor del rosal.  Sólo en lo Tocante al Fuego se pudo
                 apreciar el primer efecto visible que la misión familiar estaba causando en los
                 Señores de Tharsis; agregaron al título de la Diosa la palabra “frío”, vale decir,
                 que Belisana era ahora “la Diosa del Fuego Frío”. Explicaron ese cambio como
                 una revelación local de la Diosa. Ella había hablado a los Señores de Tharsis; en
                 la comunicación, afirmaba que sería Su Fuego el que se instalaría en el corazón
                 del hombre y lo trasmutaría; y que ese Fuego, al principio extremadamente
                 cálido, finalmente se tornaría más frío que el hielo: y sería ese Fuego Frío el
                 que produciría la mutación de la naturaleza humana.
                        Hay que ver en este cambio algo más que un simple agregado de
                 palabras: era la primera vez que en un Culto aparecía la posibilidad de enfrentar
                 y superar al temor, es decir, al sentimiento que en todos los Cultos aseguraba la
                 sumisión del creyente; el temor a los  Dioses es un sentimiento necesario e
                 imprescindible de mantener  vivo para asegurar la autoridad terrestre de los
                 Sacerdotes; si el hombre no les teme, al final se rebelará contra los Dioses: pero
                 antes se sublevará contra los Sacerdotes de los Dioses. Empero este cambio no
                 se verá si antes no se aclara algo que hoy no es tan obvio: el hecho de que en
                 todas las lenguas indogermánicas “frío” y  “miedo” tienen la misma raíz, lo que
                 aún puede intuirse, por ejemplo, en escalo-frío (de terror). Pues bien, en aquel
                 entonces, la palabra “frío” era sinónima  de “terror” y, en consecuencia, lo que
                 significaba el nuevo Culto era que un terror sin nombre se instalaría en el corazón
                 del creyente como “Gracia de la Diosa”;  y que ese terror causaría su
                 perfección.
                        Así Belisana, la Diosa del Fuego Frío, se había convertido también en la
                 “Diosa del Terror”, un título que, aunque los Señores de Tharsis no podían
                 saberlo, perteneció en remotísimos tiempos a la misma Diosa, pues a la esposa
                 de Navután se la conoció igualmente como “Frya, La Que Infunde Terror al Alma
                 y Socorro al Espíritu”.
                        Tras su arribo a la península ibérica, los Golen intentaron en numerosas
                 ocasiones ocupar el Bosque Sagrado y controlar el Culto a la Diosa del Fuego
                 Frío, pero siempre fueron rechazados por la celosa y obstinada locura mística de
                 los Señores de Tharsis. Hasta llegaron a ofrecer una auténtica Lámpara Perenne
                 de los Atlantes morenos, sabedores de que carecían de ella y que estaban
                 obligados a vigilar permanentemente la flama de su lámpara primitiva de aceite y
                 amianto. No hay que aclarar que la ofrecían a cambio de la unificación del Culto y
                 de la institución del Sacrificio ritual, y que semejante propuesta resultaba
                 inaceptable para los Señores de Tharsis, porque ello es obvio a esta altura del
                 relato. Como también es evidente que esa resistencia, insólita para quienes se
                 habían impuesto sobre todos  los pueblos nativos, unida  a la imposibilidad de
                 apoderarse de la Espada Sabia, los iba enconando permanentemente contra los

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