Page 526 - El Misterio de Belicena Villca
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Siguiendo la Voz en su extinción, como un eco, había arribado a su fuente
de origen y ésta era deslumbrante y cegadora. Provisto ahora no sólo de un oído
interior sino también de una visión interior participaba absorto de una excelsa
imagen ígnea. Porque aquel maravilloso y sabio Verbo no era emitido por
garganta alguna, ni provenía de una entidad humana o tan siquiera antropomorfa.
Simplemente brotaba de una lengua de fuego que titilaba rítmicamente
acompañando el devenir del Verbo.
–¡Oh fuego helado y rutilante, Dios es testigo que en ti he reconocido la
Divinidad del Espíritu Hiperbóreo!
De frente a esa Presencia Divina, hecha de Fuego, Voz y Sabiduría, no
cometí la necedad de interrogar, ni tuve sorpresa o deseo de saber o
comprender.
Una salvaje alegría, un gozo primordial me fue invadiendo mientras el
logos ígneo resplandecía bajo la mirada interior. Y ese júbilo inefable obedecia a
una certeza: había recobrado algo perdido hacía mucho tiempo, no sabia decir
cuándo ni dónde. Pero con seguridad de eso se trataba pues la flamígera
Presencia no me era desconocida aunque de algún modo misterioso Yo la había
olvidado hasta ese momento. Y la alegría del reencuentro colmaba mi Espíritu de
un placer indescriptible.
Ignoro cuánto duró aquel primer éxtasis, pero recuerdo claramente el
conocimiento que “quedó” en mi conciencia como un estrato sedimentario al fin
de la experiencia. Digo “conocimiento” porque al conectarme telepáticamente con
la misteriosa Voz, accedí a un Torrente de Sabiduría –no sabría llamarlo de otro
modo– que al penetrar en el Espíritu disolvía toda duda, tornaba inútil cualquier
interrogante y reunía y sintetizaba los opuestos. Esto sucedía así porque la Voz –
auténtico Logos– cuya substancia la constituía el Fuego y el Verbo, transmitía Su
Palabra por el sólo hecho de entrar en contacto con ella.
¿Y qué decía la Voz en aquella ocasión? Sería una torpe pretensión
intentar describir con palabras semejante experiencia trascendente pero correré
este riesgo y breve e imperfectamente resumiré las partes esenciales del
mensaje:
–“Yo soy un Ser perteneciente a la Antigua Raza que llegó a la Tierra con
Lúcifer hace millones de años. Me han llamado Angel, pero ésa es una
denominación ambigua. He sido uno de los Grandes Guías Hiperbóreos y como
tal me has conocido tú en un pasado remoto que, sin embargo, es siempre
presente en el Misterio de la Sangre Pura. Por mi nombre Hiperbóreo debes
llamarme: Kiev; pues así me ‘conocerá’ nuevamente la Humanidad al final de la
Edad Oscura o Kaly Yuga. Estás unido a mí, como otros innumerables Espíritus
encadenados por el Símbolo del Origen, el lazo que vincula a lo Creado con lo
Increado: tú, y cualquiera de ellos, puede llegar hasta mí y hasta el Origen de la
Raza del Espíritu, resolviendo el Misterio del Laberinto, atravesando la Ilusión de
la Formas Creadas, remontando el Sendero de la Sangre Pura, como has hecho
ahora sin comprenderlo. Allí, en el Origen, existen otros Seres como Yo,
pertenecientes a la Raza del Espíritu, a quienes también han llamado Angeles.
Pero, en verdad, todos procedemos de Venus, de la Puerta de Venus.
–Puedes comunicarte cuando quieras conmigo ahora que sabes regresar
al Origen siguiendo el Sendero de la Sangre Pura, pero no debes hacerlo en
tanto no hayas conseguido comprender el Misterio del Laberinto y seas dueño del
Espacio y del Tiempo. En caso contrario mi presencia actuará como una droga
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