Page 554 - El Misterio de Belicena Villca
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–El reconocimiento es interior. Simplemente se sabe que tal o cual virya
pertenece a su propio Círculo. Por supuesto que en Círculos externos,
constituidos por miembros no Iniciados, se practican algunas formas
tradicionales de las Sociedades Secretas para la reunión y reconocimiento, es
decir “el Santuario” y “el santo y seña”; pero esto se hace provisoriamente,
atendiendo a la urgencia que requieren ciertas investigaciones. El verdadero
Espíritu de la Thulegesellschaft no está en los Círculos externos, que serán
prontamente eliminados luego de la Guerra Total, sino en los Círculos internos,
los que son rigurosamente Hiperbóreos. En ellos, repito, el reconocimiento es
interior, se sabe con la sangre.
–De modo que Yo no podría reconocer a los miembros de mi Círculo...
–... en tanto no reciba la Iniciación Hiperbórea –completó Tarstein.
–... y como Yo prometí no hablar sobre mi carisma...
–... no lo hará –continuó nuevamente Tarstein– mientras no reciba la
Iniciación.
–Pues me siento algo trampeado –dije sonriendo.
–No debe tomarlo a mal Kurt, pero esto es asunto de la más alta reserva .
Debe Ud. agradecer a la confianza que nos inspira el que no dispongamos su
inmediata separación e internación mientras dura la instrucción que le estamos
brindando. Si el Enemigo, es decir la Sinarquía, sospechase simplemente de su
carisma sería ejecutado sin esperar confirmación. Y eso es algo que ni la
Thulegesellschaft ni la pueden permitir. Lo suyo es importante Kurt.
–¿Es tan importante? –pregunté impresionado por la velada amenaza que
adivinaba tras las amables palabras de Tarstein.
–Muy importante Kurt. Véalo de esta manera: tiene el Signo de Lúcifer,
posee notables cualidades psíquicas y es un Ostenführer de la ¿no le parece
demasiado para ser casual? ¡Pues ello no es casual!
Me observó un largo rato como dudando sobre si debía continuar. Al fin
dijo:
–Es Ud. la persona que esperábamos desde hace veinte años para
encabezar una misión especial. Tan importante, Kurt, tan importante, que tal vez
el destino del Tercer Reich y ¿por qué no? el de la Raza Aria dependan de ella.
Estaba anonadado por esta revelación y, en mi confusión, pensé ser
víctima de una broma. Pero por más que escrutaba el impasible rostro de Konrad
Tarstein no hallaba nada que confirmara esta suposición.
–Yo... –balbuceé– jamás soñé formar parte de una misión de tal
naturaleza. Además no creo merecerla.
–¿Formar parte? –interrumpió Tarstein excitado– ¿formar parte, dice? Ja,
Ja, Ja –reía frenéticamente– Ud. no formará parte Kurt, Ud. solo llevará a cabo
la misión.
¿Quién más podría hacerlo? –preguntó como para sí mismo.
Ya lo sabrá todo Kurt –continuó ahora mirándome a los ojos–. Pero tenga
presente que aquí no se trata de elegir. Ni Ud., ni Yo, ni nadie puede elegir
porque la elección ya ha sido hecha, en otra esfera de conciencia, en otro
Mundo. No nos queda más que afrontar nuestro Destino, que es también el
destino de la humanidad, y agradecer por haber sido señalados para tan augusta
tarea. Nuestro Dios, Kristos Lúcifer, es el Más Bello Señor, pero también es el
Más Intrépido, Padre del Valor; no debemos ni soñar en defraudarlo.
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