Page 576 - El Misterio de Belicena Villca
P. 576

Yang Tse Kiang y Hoang-Ho, es decir, entre los ríos Azul y Amarillo. En el país
                 reinaba la descomposición social, y, en las regiones que los japoneses aún no
                 controlaban, había estallado con singular violencia la guerra civil.
                        Yushu, situada en la frontera occidental, estaba lejos de los japoneses,
                 pero no de la guerra civil. En la ciudad existía bastante agitación y de ningún
                 modo convenía hacernos ver demasiado, por lo que permanecimos ocultos en la
                 casa de una familia kâulika. Ellos  fueron quienes nos proporcionaron la
                 información sobre los diez días de delantera que nos llevaba la expedición
                 alemana.

                        Sería imposible alcanzarlos viajando en caravana como hasta entonces.
                 Según Von Grossen, sólo nos quedaba una alternativa: separarnos de la carga, y
                 adelantarnos a caballo; el avance lo realizaríamos los cinco alemanes y ocho
                 monjes, en tanto que dos lopas se quedarían para custodiar a los cinco holitas, a
                 los perros daivas, a los yaks con su carga, y a los recientemente incorporados
                 zhos, que son los machos híbridos producto de la cruza del yak con la vaca.
                 Siguiendo esta variante del plan, los kâulikas adquirieron los ejemplares de más
                 talla que lograron conseguir de los pequeños caballos tibetanos, y cada uno tomó
                 los mínimos víveres para diez días, puesto que en aquel camino de comerciantes
                 se alternaban con frecuencia las aldeas y postas de descanso y
                 aprovisionamiento. El mayor peso que debíamos transportar correspondía a las
                 armas, para las que destinamos dos caballos.
                        Ese mismo día salimos de Yushu, habiendo dormido por turnos sólo unas
                 pocas horas. Al día siguiente vadeamos el Yang Tse Kiang o Río Azul y dimos
                 con la mejor carretera tras cuarenta días de viaje, imprimiendo a los caballos, a
                 partir de ese momento, considerable velocidad.

                        Supongo que a un oficial experimentado como Karl Von Grossen no se le
                 había escapado en Yushu que jamás alcanzaríamos a Schaeffer antes del lago
                 Kyaring si éste nos llevaba diez días de ventaja.  Indudablemente procuró
                 complacer de la mejor manera posible mi deseo de rescatar con vida a Oskar
                 Feil, quizás confiando secretamente en la probabilidad de que, por algún motivo
                 imponderable, nuestros perseguidos se detuviesen más de la cuenta en algún
                 punto de la ruta. Pero tal cosa no ocurrió y ellos conservaron la delantera el
                 tiempo suficiente para arribar al Ashram  Jafran, entregar a Oskar Feil, y partir
                 nuevamente rumbo al lago Kuku Noor.

                        Cuando el camino Chang-Lam cruza  el Hoang-Ho, o Río Amarillo, que
                 forma sucesivamente los lagos Kyaring y Ngoring, dista sólo unos 20 km. de la
                 orilla Oeste del primero. Junto a ese puente encontramos a un hombre que llamó
                 inmediatamente la atención de los monjes kâulikas: se trataba de uno de los
                 espías que el Círculo Kâula había infiltrado en la expedición de Schaeffer y que
                 acababa de fugar de una muerte segura a manos de los duskhas. Por él nos
                 enteramos que los alemanes se habían ido del Ashram tres días antes, guiados
                 por el Maestro Djual Khul, miembro jerárquico de la Fraternidad Blanca, quien los
                 conduciría hasta la Puerta de Shambalá de Kuku Noor.
                        De acuerdo al relato del valeroso tibetano, Ernst Schaeffer envió de
                 avanzada a Oskar Feil, a fin de que explorase la región del Ashram Jafran. No
                 bien hubo salido, fue capturado por los duskhas, que lo confinaron en un Templo

                                                         576
   571   572   573   574   575   576   577   578   579   580   581