Page 578 - El Misterio de Belicena Villca
P. 578

Comunicaron la novedad a los espías alemanes del S.D., solicitándoles
                 apoyo para descubrir la maniobra y liberar a Oskar Feil. La respuesta de uno de
                 ellos, respuesta típica de un agente secreto occidental, dejó  sin aliento a los
                 gurkas:
                        –“Nosotros informamos a Alemania con meses de anticipación los planes
                 que Schaeffer tenía para Oskar Feil, y las órdenes que recibimos fueron claras y
                 terminantes, como ustedes bien lo saben: ‘aguardar refuerzos especiales que
                 impedirán a Ernst Schaeffer concretar la Operación  Altwesten. Firmado:
                 Heydrich, Himmler, Hitler.’ Es decir que nada nos indicaron con respecto a Oskar
                 Feil. Apreciamos mucho a nuestro Camarada y mucho sentimos su suerte, pero
                 en casos semejantes el reglamento del  Servicio Secreto impide actuar por
                 iniciativa propia, pues ha sido establecido con absoluta precisión que la prioridad
                 de nuestra misión es la Operación Altwesten. El rescate de Oskar Feil conspira
                 contra la discreción que debemos mantener hasta el fin de la Operación
                 Altwesten, además de contradecir expresas  órdenes y constituír una acción
                 suicida, tras la cual lo más probable es que sean tres en lugar de una las víctimas
                 sacrificadas por estos salvajes. Nosotros, en síntesis, nada haremos y les
                 solicitamos que procedan de la misma manera, pues aún falta mucho camino por
                 recorrer y necesitamos la ayuda de ustedes para enviar la información a través
                 del Tíbet”.
                        Los gurkas aseguraron a satisfacción de los         que no intervendrían, pero
                 al discutir el caso entre ellos concluyeron que las órdenes de los alemanes no los
                 alcanzaban de la misma manera que los  votos hechos a Shiva de combatir la
                 traición y la cobardía. ¿Qué significaba  la infracción a un frío reglamento
                 burocrático frente a la ira de Shiva, que castigaba a los malos guerreros
                 impidiéndoles el acceso a la Shakti Suprema? ¿Y acaso no habían jurado
                 combatir a muerte a los miembros de  la Fraternidad Blanca? Sus deberes de
                 espías del Dharma Rajá, autorizados por  el Círculo Kâula, los dispensaban de
                 muchas obligaciones religiosas, pero permitir que se sacrificara una víctima
                 humana en holocausto al jefe de la  Fraternidad Blanca colmaba todas las
                 medidas. Ningún Siddha podría justificar ese pecado y seguramente serían
                 castigados en el Bhardo. No. Si para los  alemanes la prioridad era llegar a la
                 Puerta de Shambalá, la morada de los Demonios, para ellos la prioridad era el
                 Kula, la manifestación de la Shakti Divina. Y el Kula se perdería si no actuaban
                 como auténticos guerreros Akula. Se jugarían, pues, para auxiliar a Oskar Feil.

                        La segunda y última noche que el grupo de Schaeffer pasaría en el
                 Ashram Jafran, los gurkas decidieron actuar. Sin vacilar se hundieron en las
                 heladas aguas del Lago Kyaring y nadando  silenciosamente rodearon el islote
                 para emerger en la parte trasera del Templo. Los centinelas nada habían notado.
                 Rápidamente treparon hasta una claraboya en forma de estrella de seis puntas
                 que, por mirar al Este, de día permitía que los rayos del Sol iluminasen la enorme
                 estatua de Rigden Jyepo, pero que el día exacto del solsticio de verano dirigía la
                 luz solar directamente al Corazón del Rey del Mundo. Afortunadamente aquella
                 horrible abertura admitía el paso de  un hombre, lo que fue aprovechado por
                 Gangi para descender arrojando una cuerda hacia el interior; su hermano
                 permanecería de guardia en la cornisa exterior.
                        Una vez adentro, comprobó que el Templo estaba iluminado por
                 antorchas, y que, atado fuertemente con cuerdas de cáñamo, Oskar Feil dormía

                                                         578
   573   574   575   576   577   578   579   580   581   582   583