Page 580 - El Misterio de Belicena Villca
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que hablase y presentar así su cuerpo al resto de la expedición, afirmando que
fue muerto al ser sorprendido in fraganti efectuando un robo en un Templo, no el
de Rigden Jyepo sino otro al que sería transportado el cadáver.
No se equivocaba, pues al cabo de un rato salieron dos guardias cargando
el cuerpo sin vida de Gangi, seguidos de los alemanes y los lamas: a la luz de la
luna, pudo ver su cuello seccionado de oreja a oreja, debiendo apretar los dientes
para evitar un grito de dolor. Se consoló pensando que su hermano poseía el
Kula y que pronto danzaría junto a Shiva el baile de la inmortalidad.
–“¡Kâly, Oh Kâly: –invocó mentalmente– comunícame tu Poder de Muerte,
conviérteme en Shindje shed, el Señor de la Muerte, en Dordji Vigdje, el Señor
del Terror, en Shiva Bhairava; concédeme, Oh Parvati, el Honor de vengar la
sangre de mi hermano, tu fiel servidor; ayúdame a recuperar la dignidad de
Kshatriya; transfórmame en Kâlybala, la Fuerza que destruya a los Enemigos de
tu Sendero Kula; pon en mis manos a Trisula, el Tridente de Shiva, a Vajra, el
Rayo de Indra, y a Gándiva, el Arco de Arjuna, con Isudhi, sus dos carcajes de
flechas que jamás erran el blanco!”
Mientras oraba de ese modo a la Diosa Negra, el gurka nadaba febrilmente
para alejarse del maldito Ashram Jafran, consciente de que sería prontamente
buscado como cómplice de su hermano y condenado a idéntica ejecución.
Ya fuera de las murallas, trepó a un monte cercano desde donde
contempló a la mañana siguiente la presurosa partida de la expedición.
–“Los alemanes –pensó Bangi– integraban ahora un cortejo de
Demonios”–. Junto a Schaeffer, en efecto, iban el Maestro Djual Khul y el
Skushok del Gompa, una especie de Abad tibetano, además de cuatro lamas del
Bonete Kurkuma.
En ese momento, comprendió que tenía dos alternativas: o seguir a la
distancia a la caravana, arriesgándose a morir de hambre y frío en contados días;
o regresar al camino Chang-Lam y aguardar los anunciados refuerzos,
arriesgándose entonces a perder el rastro de la expedición, puesto que el Cancel
de Shambalá significaba la entrada en un sendero secreto, que cruzaba quizás
dimensiones desconocidas del Espacio o se prolongaba en otros Mundos. No
obstante, optó por esta última variante, habiendo transcurrido sólo tres días
desde que se hallaba junto al puente del Hoang-Ho.
Capítulo XXV
Tal fue, más o menos, la historia que nos contó el gurka. Creo que a Von
Grossen, igual que a sus espías en la expedición, le preocupaba más la
Operación Altwesten que la vida de Oskar Feil. De acuerdo a sus órdenes,
órdenes que estaban suscriptas por las más altas autoridades del Tercer Reich
pero que Yo no ignoraba provenían de los “cerebros grises” del régimen, entre los
que se contaba Konrad Tarstein, era prioridad absoluta “hacer contacto con la
expedición de Schaeffer”, “lograr que Kurt Von Sübermann se incorporase a ella”.
Es decir, que si hubiese sido por Von Grossen deberíamos haber abandonado a
Oskar a su suerte y concentrarnos en seguir las huellas de Schaeffer: ésa era la
mejor Estrategia para cumplir las órdenes. Pero a mí me importaba más la vida
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