Page 572 - El Misterio de Belicena Villca
P. 572
Debéis saber, Oh Shivatulku, que sólo los grandes Iniciados son capaces
de adquirir maestría en la japa upâmshu, la de segundo nivel. Ellos son los que
poseen el poder de tulpa, o mudratulpa, la capacidad de conceder realidad a las
ideas ordenadas y hacerlas surgir en el Mundo: con el Kilkor adecuado y la
correcta japa upâmshu, es posible hacer aparecer toda clase de objetos
materiales o de producir infinidad de fenómenos. Aquí mismo, estos perros
daivas que véis, son sólo tulpas creados por nosotros para demostrar vuestro
poder de Tulku.
–En efecto, no os asombréis; hemos creado mentalmente los dogos para
que vos pongáis en práctica la japa superior, la japa manasâ, que es virtud
particular sólo de los Siddhas o viryas y que los Tulku poseen naturalmente. Los
perros daivas producto del tulpamudra son efectivamente reales, pero sólo vos,
Oh Shivatulku, los podéis gobernar con las japas del Kilkor svadi. Los kâulikas
requieren una peligrosa dîkshâ y sólo alcanzan a expresar la japa upâmshu, pero
vos, que sois virya, sólo necesitáis que os transmitamos el Poder viryayojanâ
que permite “dar vida” a las proyecciones mentales tulpa, el angkur de la
japa manasâ. Vos no sois un kâulika, pero sois un tântrika; y ya tenéis la
potestad de la japa manasâ.
A continuación, procedió a suministrarme la clave de los 49 bijas que
iban en los correspondientes sectores del Kilkor.
El procedimiento “mágico” de control era el siguiente: Yo debía imaginar la
reja del Kilkor y situar en cada cuadrado un bija o palabra de poder; y cada bija
era una orden que los perros obedecerían automáticamente: un bija significaba
¡silencio!, otro ¡avanzar!, otro ¡detenerse!, otro ¡atacar!, etc., etc., hasta completar
cuarenta y nueve.
Pese a mi escepticismo inicial, y para alegría de los monjes, pude
comprobar que el sistema era ciertamente infalible: una vez que hube
memorizado el Yantra, los perros se convirtieron en una extensión de mi propia
mente y bastaba la más leve insinuación de los bijas para que obedeciesen sin
chistar, o, mejor dicho, sin ladrar.
Como aquel efecto era lógicamente sorprendente, no pude evitar interrogar
al Guru sobre el modo en que el control mental se hacía efectivo.
–Para nosotros es muy simple –aclaró–. Hemos plasmado un Kilkor
semejante a éste en el cuerpo sutil de cada perro y hemos establecido una
correspondencia analógica entre cada bija y ciertas funciones vitales o motrices
de ambos animales. Si esto se hiciese con un solo animal, de cualquier especie,
el Guru o el Iniciado kâulika podría dominarlo sin obstáculos. Pero, como os dije
antes, la pareja de perros daivas es diferente: ellos participan de un único
Arquetipo perro y ambos están normalmente equilibrados; si la orden mental se
emite “por debajo” del Plano arquetípico, uno neutraliza al otro y carece de
efecto; sólo quien es capaz de pensar “por arriba” del Plano arquetípico,
más allá del Arquetipo Creado por los Dioses de la Materia, sobre la
dualidad relativa de lo manifestado y la unidad absoluta de lo
inmanifestado, puede hacer prevalecer su voluntad en la acción de los
perros daivas. ¡No lo olvidéis nunca: ni un Maestro de la Jerarquía ni nadie cuyo
pensamiento se componga de principios opuestos, podrá detener a los perros
daivas!
572