Page 594 - El Misterio de Belicena Villca
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Al medio día fue imposible permanecer en la intemperie, pues la brisa se
había convertido en franca ventisca, y hubo que refugiarse en las carpas: sólo los
caballos tibetanos, como hijos de Céfiro que eran, resistían con naturalidad las
inclemencias del viento. Aquel retoño del monzón del N.O., sacudía las tiendas
con violencia y silbaba un lamento agudo y desolado, un quejido que tal vez
surgía del alma de Rigden Jyepo al llorar la suerte de sus adoradores.
Adentro de mi tienda, otra tormenta amenazaba desatarse. Pero a ésta no
la causaba el viento sino la tempestuosa actitud de Von Grossen. Para el
Standartenführer la operación contra los duskhas representaba pura diversión,
pérdida de tiempo. Su misión, dar alcance a la expedición de Schaeffer, no se
había cumplido; y el tiempo seguía transcurriendo inútilmente. De acuerdo a sus
lógicas apreciaciones, ahora estábamos peor que antes: –en primer lugar –
razonaba– desconocíamos el camino secreto que unía el Cancel de Shambalá
con la Puerta de Shambalá, cerca del lago Kuku Noor; en segundo término,
parecía evidente que ya no podríamos seguirlos como hasta entonces, es decir,
contando con la colaboración de la red kâulika, puesto que los espías gurkas
quedaron fuera de la expedición; y en tercer lugar, cabía esperarse que a lo largo
de aquel camino poco o nada frecuentado no hubiese pobladores a quienes
indagar; pero, en cuarto orden, sería muy improbable que si los hubiera, ellos nos
facilitasen la información requerida, después que nosotros descubrimos nuestra
filiación contraria a la Fraternidad Blanca destruyendo a la comunidad de lamas
del Bonete Kurkuma.
–¿Cómo, entonces, cómo haríamos para darles alcance, según rezaban
las órdenes de la División III de la R.S.H.A.?
Yo fingía ignorar estas preguntas y me contentaba en explicar a Oskar Feil
las verdaderas causas de su secuestro a manos de las duskhas: en verdad,
había caído en una emboscada; la celada era parte de un complot entre Ernst
Schaeffer y los lamas del Bonete Kurkuma, cuyo propósito tenía por fin proveer
de una víctima humana al Culto de Rigden Jyepo; empero, tal conspiración tenía
sus raíces en Alemania, en los traidores que se titulaban “las Fuerzas Sanas de
Alemania”, quienes planearon aquella expedición y negociaron con la Fraternidad
Blanca el precio de su apoyo. Y tal precio sería sin dudas muy alto: sólo para
atravesar el Cancel se requería un sacrificio, la ejecución de un símbolo de la
Nueva Alemania, la muerte de un , el holocausto de un exponente de la
Aristocracia de Sangre del Tercer Reich. Luego, en Shambalá, Schaeffer
conocería el resto de las condiciones: la Jerarquía Oculta apoyaría a los
conspiradores con sus poderes mágicos y con sus, más efectivas, organizaciones
sinárquicas, a cambio de destruír los cimientos espirituales del Tercer Reich. No
sólo el Führer y su plana mayor tendrían que morir, y el partido Nacionalsocialista
ser disuelto, sino que se debería extirpar el núcleo del tumor; esto es, habría que
desintegrar a la y demoler a la Orden Negra , exterminando sin misericordia a
sus Iniciados. Sí, el bisturí de la Fraternidad interesaría esta vez el fondo de la
herida, raspando si fuese necesario el hueso de la estructura social alemana:
sólo así, a posteriori de la cirugía mayor, podría edificarse la Civilización del
Amor sobre las cenizas de la Civilización del Odio Nazi.
–Mas, hasta aquí, se trataría solamente de una parte del precio: con el
cumplimiento de estas pautas, los traidores no lograrían más que demostrar su
buena voluntad para colaborar con el Plan de la Fraternidad Blanca –aclaré a
Oskar–. El apoyo completo vendría más tarde, si los conspiradores triunfantes
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