Page 621 - El Misterio de Belicena Villca
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–¡Von Sübermann: Gott sei dank! ¿Adónde estamos? ¿Qué fue de los
otros?
Me incorporé y le respondí con cruda franqueza:
–No lo sé. Ignoro qué lugar es éste. Con seguridad estamos muy lejos del
campamento, pero por lo menos seguimos con vida. Porque si de algo estoy
convencido es de que quienes no vinieron con nosotros deben haber muerto en
la cañada. ¿Quién podría sobrevivir a ese ataque de los Demonios? ¡Si hasta los
monjes kâulikas, que son expertos en tal clase de Magia Negra, temían morir
inevitablemente!
En ese momento los tres recordamos a los monjes y los buscamos con la
mirada: estaban los ocho junto al fuego que habían encendido al resguardo de
unas enormes rocas, y nos observaban a su vez con tranquilidad. Karl y Oskar se
acercaron a ellos. Yo quise hacer lo mismo, pero las riendas me lo impidieron.
Con horror descubrí que uno de los dogos había muerto; el otro parado a su lado,
emitía periódicos gemidos de dolor.
Si a alguien debía la vida en este mundo, aparte de a mis padres, era a
aquellos perros, así que me sentí comprensiblemente conmovido por la pérdida
de uno de ellos. Dejé al superviviente continuar con sus lastimosos aullidos,
desconsolado réquiem para la pareja ausente, y me aproximé al grupo. Sin
cortesía, interpelé a Srivirya:
–¿Cómo es que ha muerto uno de los perros daivas? ¿No me había
asegurado el Guru Visaraga que ambos constituían una pareja arquetípica, la
síntesis manifestada de un par de principios opuestos, cuya existencia debía ser
necesariamente simultánea? Si eso era cierto ¿no deberían haber muerto los
dos? O, mejor dicho ¿por qué no están vivos los dos?
–Tened paciencia, Hijo de Shiva –aconsejó compasivamente el monje– y
recordad que estos perros son tulpas, creaciones mentales de los Magos del
Círculo Kâula. Por lo tanto no están sujetos a las leyes naturales sino a la
Voluntad de los Gurúes. Os dije hace unos días que, aunque nuestra Orden
conocía el secreto de los perros daivas, jamás se habían proyectado hasta ahora
porque no existía un Iniciado que fuese como vos, capaz de controlarlos más allá
de Kula y Akula. Por lo tanto, carecíamos de información práctica sobre lo que
sucedería al ser realizados por un Shivatulku. Vale decir, que no sabíamos cómo
se iban a comportar en esta etapa del Kaly Yuga: la última vez que los perros
daivas recorrieron la Tierra fue en la Atlántida, hace miles de años.
Evidentemente, esta Epoca de Hierro ha debilitado de algún modo su Poder de
Vuelo y uno de ellos resultó afectado por la Fuerza del Dordje. Pero si no
sabíamos cuánto iban a vivir, en cambio os puedo responder por qué uno de ellos
ha continuado vivo luego del vuelo lung-svadi: se debe a las leyes particulares
que rigen su reproducción.
Vos habéis razonado bien, pero no contemplasteis las leyes de la
reproducción. Al ser una pareja perfecta, arquetípicamente equilibrada, los dos
canes, en efecto, deberían haber muerto al unísono. Pero la ley de la
reproducción establecida por los Gurúes exige que antes de la
desintegración, la pareja engendre y dé a luz otro par de perros daivas. El
proceso sería, pues, el siguiente: la muerte de uno cualquiera de ellos, significará
la automática metamorfosis del otro en un ejemplar andrógino; es como si uno de
los principios arquetípicos, que se hallaba manifestado afuera, se incorporase
adentro del sobreviviente; y el que viva, llevará en su seno el germen de una
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