Page 631 - El Misterio de Belicena Villca
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que los imperialistas le han asignado a su pueblo o país; o pueden ser agentes
                 internacionales del imperialismo y consagrarse a ejecutar sus planes. De
                 cualquier modo, su tarea consistirá, desde adentro o desde afuera, en dividir, es
                 decir, en aplicar el Principio de la División allí donde exista algo unido que se
                 oponga al imperialismo cartaginés-anglosajón: la intriga, la corrupción, el
                 maquiavelismo, el soborno, la insidia, la difamación, la publicidad, la
                 desinformación, etc., todos los medios y crímenes serán válidos para dividir los
                 todos y fortalecer las partes que sean útiles y sirvan al imperialismo extranjero.
                 En la formación de lacayos de esta clase, el imperialismo cartaginés-anglosajón
                 siempre ha descollado:  el tipo clásico es el “cipayo”. Naturalmente, no me
                 refiero al cipayo hindú, al hombre concreto que muchas veces con increíble valor
                 trató de librarse de los expoliadores ingleses, sino al tipo del cipayo, a la clase de
                 hombre  “valioso a su servicio” que los ingleses querían fabricar dividiendo
                 todos sus principios. En Cartago existieron miles de mercenarios de esa clase.
                 En el Asia y en el Africa los ingleses los fabricarían por centenares de miles.
                        Y llegamos así a Chiang Kai-Shek, que era el clásico tipo de cipayo al
                 servicio de la potencia colonial cartaginesa anglosajona, y comprobamos que al
                 definir correctamente los términos  un personaje tal nada puede tener de
                 “nacionalista” y sí mucho de agente imperialista. El, como Gandhi en la India,
                 Marcos en Filipinas, F. Duvalier en Haití, Reza Pahlevi en Irán, Tito en
                 Yugoeslavia, Fidel Castro en Cuba, y tantos incontables tiranuelos de Asia, Africa
                 y América Latina, fueron grandes cipayos que sistemáticamente dividieron los
                 verdaderos movimientos nacionalistas de sus países y luego los aplastaron parte
                 por parte; se entiende: el nacionalismo es el peor  enemigo del imperialismo
                 cartaginés-anglo-sajón.
                        Ahora bien, neffe: te he demostrado que el Principio Supremo del
                 imperialismo cartaginés-anglosajón es el Principio de la División y lo opuse al
                 Principio del Honor, que fundamenta el Imperio Universal Ario. Pues bien: cabe
                 agregar que tal “Principio de la División” es esencialmente no ario.
                        Pero no se trata sólo de una presunción, del hecho que tanto los
                 cartagineses como los fenicios, egipcios,  asirios, babilónicos, etc., lo hayan
                 empleado profundamente, porque en los Reinos arios donde la hipocresía
                 sacerdotal haya predominado  durante algún período el Principio de la División
                 también ha sido usado, dado que las castas Sacerdotales y la Sinarquía registran
                 ambas intereses comunes. La prueba de su origen no ario está, como no podía
                 ser de otro modo, en su procedencia bíblica. Vale decir, el Principio, que da el
                 Derecho a Dividir, aunque antiguo y no ario, halla su formulación jurídica en el
                 pueblo que adora un Dios de Justicia, Uno que pone las Tablas de la Ley; y ese
                 pueblo es Israel, el Pueblo Elegido por Jehová-Satanás.
                        Para presentar el Principio de la  División los Doctores de la Ley lo
                 expresan mediante una metáfora en el Libro I de los Reyes. A partir de esa figura
                 se extraerá el Principio y se lo reglamentará legalmente,  se lo convertirá en
                 derecho Divino de Reyes y Emperadores; y, modernamente, en derecho no
                 declarado propio de los jerarcas del imperialismo cartaginés-anglosajón.
                        Lógicamente, por tratarse de un derecho, su sanción debe realizarse en el
                 transcurso de un juicio. Y un juicio en el que el juez resulte inapelable, de manera
                 tal que el derecho ejercido se convierta en Principio Supremo, en Ley Primera.
                 Un juez así sólo puede ser “el hombre más sabio de la Tierra y de la Historia”; y


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