Page 723 - El Misterio de Belicena Villca
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–¿Qué clase de armas? –preguntó vacilando; y agregó– No sé porque no
                 deja esto en manos de profesionales, Dr. Está Ud. actuando fuera de su
                 especialidad; es como si Yo me dedicara ahora a realizar curaciones
                 psiquiátricas.
                        –Ya le dije, Maidana, cuáles eran los términos del trato: lo toma o lo deja .
                        –¡No tengo alternativa, Siegnagel! Claro que le puedo prestar armas.
                 ¡Tenemos toda clase de armas! Dígame, solamente, qué maldito tipo de armas
                 quiere.
                        –Necesitamos un tipo de arma que sea muy eficaz de cerca, que destroce
                 el cuerpo. Dos escopetas de repetición serían lo ideal –sugerí.
                        –Puedo entregarles dos Itakas esta misma tarde. ¿Qué más?
                        –Pues... municiones para las escopetas y... ¿es posible conseguir también
                 armas de puño? –me daba cuenta que carecía de entrenamiento  militar como
                 para solicitar las cosas con claridad. Tío Kurt, que era especialista en el tema,
                 permanecía callado para no llamar la atención sobre sus conocimientos.
                        –¿Armas de puño? Hay cientos de armas de puño a su disposición; pero,
                 si me permite intervenir con mi experiencia en este asunto, me parece que lo
                 mejor será que me explique qué piensan hacer y me deja a mí ocuparme del
                 equipo.
                        No podía, por supuesto, explicarle  el plan. Pero si  mostrarle algunos
                 detalles generales.
                        –Se trata de un operativo comando contra los asesinos.
                        –¿Qué clase de operativo?
                        –Una emboscada –definí.
                        –Pues entonces no necesitan cualquier arma de puño sino pistolas
                 ametralladoras. Y también deben llevar granadas de fragmentación. Mire,
                 Siegnagel: le prepararé dos equipos SWAT, adecuados para una operación de
                 ese tipo. Donde van a operar, ¿pueden llevar puesto un saco de combate?
                        –Sí... creo que sí –respondí. Miré con el rabillo del ojo a tío Kurt y ví que
                 asentía–. ¿Qué importancia tiene?
                        –Es que los sacos que le voy a prestar tienen todos los bolsillos, argollas y
                 ganchos necesarios –explicó–. Llevarán las pistolas ametralladoras, que son muy
                 pequeñas a pesar de disparar mil balas por minuto, en una cartuchera
                 sobaquera, y recurrirán a ellas sólo en caso de necesidad, puesto que portarán
                 las Itakas en las manos. Las Itakas pueden usarse con correa para el hombro o
                 con cartuchera de pierna, mas para el  caso le sugiero la correa. Tienen
                 capacidad de 8 cartuchos, lo que les confiere un poder de fuego infernal; con una
                 sola carga les debería alcanzar para una emboscada, pero, si deben sostener un
                 tiroteo, encontrarán más cartuchos en la chaqueta. Igualmente, en otros bolsillos
                 estarán los cargadores de repuesto para  las pistolas ametralladoras y en el
                 cinturón las diez granadas de fragmentación. Por las dudas que se vean
                 obligados a demoler algo,  les proveeré también de  dos panes de trotyl con
                 detonador electrónico a cada uno, los que irán igualmente sujetos en la chaqueta.
                 El equipo se los completaré con dos cuchillos de monte, cuya vaina está cosida
                 en la parte interior de la chaqueta. ¿Conforme, Dr. Siegnagel?
                        –¿Cuándo me podrá entregar semejante equipo? –pregunté admirado.
                        –Esta misma tarde. Ahora deme el nombre del contacto.
                        –Capitán Diego Fernández. En 1978 estaba destinado en Tucumán. El no
                 me conoce y seguramente no sabe lo que le ocurrió a Belicena Villca hace tres

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