Page 76 - El Misterio de Belicena Villca
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creyó que la amenaza estaba definitivamente conjurada.  Esto, como se vio
                 luego, era un error de apreciación, una nueva subestimación sobre la
                 capacidad de los Golen para llevar a cabo sus planes.
                        Con respecto al Culto del Fuego Frío, los Señores de Tharsis no tuvieron
                 problemas en reimplantarlo pues los romanos eran notablemente tolerantes en
                 materia religiosa y, además, ellos  también adoraban el Fuego desde Epocas
                 remotas. En la Villa de Tharsis construyeron un  lararium dedicado a Vesta, la
                 Diosa romana del Fuego del Hogar: allí frente a la estatua de la Diosa Vesta-
                 Pyrena, ardía la Lámpara Perenne del Hogar, la  flamma lar  que no debía
                 apagarse nunca. A pesar de tratarse ahora de un Culto  privado, la Casa de
                 Tharsis no había perdido su fama de familia de místicos y taumaturgos, y pronto
                 su Villa se convirtió en  otro lugar de peregrinación para los buscadores del
                 Espíritu, sin alcanzar, naturalmente, las proporciones de la Epoca de Tartessos.
                 La familia dio a Roma buenos funcionarios y militares, aparte de contribuir con su
                 producción de alimentos y minerales, pero también la proveyó de Arúspices,
                 Augures y Vestales.


                 Decimosegundo Día


                        El emperador Constantino, con el edicto de Milán del año 313, legaliza al
                 Cristianismo y le concede derechos equivalentes a los de los Cultos paganos
                 oficiales. Hacia el final del siglo IV, en el año 381, y por obra del emperador
                 Teodosio I, se declara al Cristianismo “religión oficial del Estado” y se prohíben
                 los Cultos paganos; en 386 se ordena, mediante un decreto imperial, “el cierre
                 de todos los templos paganos”; y en 392, por ley imperial, “se considera y
                 castiga el Culto pagano como crimen de lesa majestad”, es decir, sancionado
                 con la pena de muerte. Estas medidas no  afectaron a los Señores de Tharsis
                 pues años antes ya habían adoptado el Cristianismo como  religión familiar. El
                 Culto de Jesús Cristo provenía del país de Canaán, la patria de los Golen, y tal
                 origen resultó, como es lógico, sospechoso de entrada; pero además estaba el
                 pretendido fundamento cultural del drama de Jesús: las profecías registradas en
                 un conjunto de libros canónicos de los hebreos, quienes afirmaban ser “el Pueblo
                 Elegido del Dios Creador”. Nada de esto convencía a los Señores de Tharsis y,
                 por el contrario, cuanto más observaban aquel nuevo Culto  oriental, más se
                 persuadían de que tras él se ocultaba una colosal conspiración urdida por la
                 Fraternidad Blanca. ¿Cómo fue, entonces, que adoptaron el Cristianismo como
                 religión familiar? Porque, por sobre la procedencia del Culto y la filiación de sus
                 cultores, existía un hecho incuestionable:  que la historia narrada en los
                 evangelios era en parte verdadera. Esto lo podían asegurar los Señores de
                 Tharsis sin ningún género de dudas pues ellos la conocían desde miles de años
                 atrás, mucho tiempo antes de que Jesús viviese en Palestina. Pues aquélla era,
                 indudablemente, una nueva versión de la historia de Navután.
                        Para conocer la historia en toda su pureza habría que remontarse miles de
                 años en el pasado, hasta la Epoca de los Atlantes blancos, Padres de todos los
                 pueblos blancos del Pacto de Sangre. Ellos aseguraban estar guiados por
                 Navután, el Gran Jefe Blanco que  había descubierto el secreto del
                 encadenamiento espiritual y les había revelado el modo en que el Espíritu podría

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