Page 80 - El Misterio de Belicena Villca
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trasmutado y ahora es de Piedra Pura; y que puede comprender y expresar la
                 Lengua de los Pájaros. Entonces Navután enseña a los Atlantes blancos las trece
                 más tres Vrunas mediante la Lengua de los Pájaros y los encamina a comprender
                 el Signo del Origen, “con lo que obtendrán la Más Alta Sabiduría, serán
                 inmortales mientras el  Espíritu permanece encadenado al animal hombre, y
                 conquistarán la Eternidad cuando ganen la Batalla contra las Potencias de la
                 Materia y sean libres en el Origen”.
                        Hasta aquí resumí, Dr. Siegnagel, la historia de Navután, de acuerdo al
                 relato mítico de los Atlantes blancos. Es fácil advertir que tenía muchos puntos
                 comunes con la historia evangélica de Jesús Cristo: ambas historias tratan de un
                 Dios hecho hombre; ambos Dioses nacen de una Virgen; ambos mueren por
                 crucifixión voluntaria; ambos resucitan; ambos dejan el testamento de su
                 Sabiduría; ambos forman discípulos a los que revelan la “buena nueva”, que
                 estos deberán comunicar a sus semejantes; ambos afirman que “el Reino no es
                 de este Mundo”; etc. Pero es evidente que existen, también, diferencias
                 fundamentales entre ambas doctrinas. Quizá las más acentuadas sean las
                 siguientes: Navután viene para liberar al Espíritu del Hombre de su prisión en el
                 Mundo del Dios Creador; el Espíritu es Increado, es decir, no Creado por el Dios
                 Creador y, por lo tanto, nada de lo  que aquí acontece puede mancillarlo
                 esencialmente y mucho menos afectarlo éticamente; el Espíritu es  Inocente y
                 puro en la Eternidad del Origen; de allí que Navután  afirme que el Espíritu
                 Hiperbóreo, perteneciente a una Raza Guerrera, sólo puede manifestar una
                 actitud de  hostilidad esencial  hacia el Mundo del Dios Creador, sólo puede
                 rebelarse ante el Orden Material, sólo puede dudar de la Realidad del Mundo que
                 constituye el Gran Engaño, sólo puede rechazar como Falso o Enemigo a todo
                 aquello que no sea producto de Sí Mismo, es decir, del Espíritu, y sólo puede
                 alentar un único propósito con Sabiduría: abandonar el Mundo del Dios Creador,
                 donde es esclavo, y regresar al Mundo del Incognoscible, donde será
                 nuevamente un Dios. Contrariamente, Jesús Cristo viene para salvar al Alma del
                 Hombre del Pecado, de la Falta a la Ley del Dios Creador; el Alma es Creada por
                 el Dios Creador y debe obedecer ciegamente a la Ley de su Padre; todo cuanto
                 aquí acontece afecta éticamente al Alma y puede aumentar su cuota de Pecado;
                 el Alma no es inocente ni pura pues  el hombre se halla en este Mundo como
                 castigo por un Pecado Original cometido por los Padres del Género Humano y
                 hereda, por consiguiente, el Pecado Original; de allí que Jesús Cristo afirme que
                 el Alma del Hombre, la creatura más  perfecta del Dios Creador, sólo debe
                 manifestar una actitud de amor esencial hacia el Mundo del Dios Creador, sólo
                 debe aceptar con resignación su puesto en el Orden Material, sólo debe creer en
                 la Realidad del Mundo, sólo debe aceptar como Verdadero y Amigo a aquello que
                 prueba venir en Nombre del Dios Creador, y sólo debe alentar un único propósito
                 con Sabiduría: permanecer  en el Mundo del Dios Creador  como oveja y ser
                 pastoreada por Jesús Cristo o los Sacerdotes que lo representen. Ser Dios o ser
                 oveja, ésa es la cuestión, Dr. Siegnagel.

                        Según anticipé, cuando la ley imperial del año 392 amenazó considerar
                 “crimen de lesa majestad” la práctica de los Cultos paganos, hacía tiempo que la
                 Casa de Tharsis había aceptado el Cristianismo como su religión familiar.
                 Lógicamente, los Señores de Tharsis veían claramente la marcha de los tiempos,
                 y su única prioridad, desde la destrucción de Tartessos, era dar cumplimiento a la

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