Page 77 - El Misterio de Belicena Villca
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abandonar la materia y ser libre y eterno más allá de las estrellas, es decir, más
                 allá de las Moradas de los Dioses y de las Potencias de la Materia. De acuerdo
                 con los relatos de los Atlantes blancos, Navután era un Dios que existía, libre y
                 eterno como todos los Espíritus Hiperbóreos, allende las estrellas. El Dios
                 Incognoscible, de quien  nada puede afirmarse desde más acá del Origen,
                 Navután, y otros Dioses, estaban furiosos porque un sector de la Raza del
                 Espíritu se hallaba detenida en el Universo de la Materia: y la ira no iba dirigida
                 solamente contra las Potencias de la Materia que retenían a los Espíritus, sino
                 también contra el Espíritu débil, contra el Espíritu carente de Voluntad Graciosa
                 para quebrar la Ilusión del Gran Engaño y liberarse por Sí Mismo. En la Tierra, el
                 Espíritu había sido encadenado al animal hombre para que su fuerza volitiva
                 acelerase la evolución de la estructura psíquica de éste: y tan férreo era el
                 encadenamiento, tan sumido  estaba el Espíritu en la naturaleza anímica del
                 animal hombre, que había olvidado su Origen y creía ser un producto de la
                 Naturaleza y de las Potencias de la Materia, una  creación de los Dioses. En
                 otras ocasiones, desde que el Espíritu permanecía en la Tierra, los Dioses
                 Liberadores, sus Espíritus Hermanos, acudieron en su ayuda y muchos fueron
                 liberados y regresaron con Ellos: por esa causa, se libraron terribles Batallas
                 contra las Potencias de la Materia. Ultimamente, por ejemplo, había atravesado el
                 Origen, y se había presentado ante los hombres de la Atlántida, el Gran Jefe de
                 Toda la Raza Hiperbórea prisionera, el Señor de la Belleza de las Formas
                 Increadas, el Señor del Valor Absoluto, el Señor de la Luz Increada, el Enviado
                 del Dios Incognoscible para Liberar al  Espíritu, es decir, el Kristos de Luz
                 Increada, Kristos Luz, Luci Bel, Lúcifer, o Kristos Lúcifer. Pero la manifestación de
                 Kristos Lúcifer en la Atlántida causó la destrucción de su civilización materialista:
                 la Batalla de la Atlántida culminó con el hundimiento del continente, mucho
                 después de que Aquél hubiese regresado al Origen.
                        En esas circunstancias, frente a la catástrofe inminente de la Atlántida, se
                 desarrolla la historia de Navután. Los hombres amarillos, los hombres rojos, los
                 hombres negros, todos perecerán en un cataclismo peor que el que se avecina
                 en la Atlántida: el que preocupa a los Dioses Liberadores es el cataclismo
                 espiritual, el abismo en el que se sumergirán aún aquellos que sobrevivan al
                 hundimiento de la Atlántida; y ese resultado parece inevitable debido a la
                 insistencia y tenacidad con que la Fraternidad Blanca mantiene el
                 encadenamiento espiritual, pero, más  que nada, debido a la imposibilidad
                 demostrada por el Espíritu para evitar  la Ilusión y despertar del Gran Engaño;
                 esas Razas, estratégicamente confundidas, seguirán ciegamente a los
                 Sacerdotes Atlantes, quienes las conducirán con derechura hacia su definitiva
                 decadencia espiritual. La Raza blanca es la única, en ese momento, que dispone
                 de una posibilidad de liberación, posibilidad que los Dioses no van a ignorar. Pero
                 el hombre blanco se halla  muy dormido, con el Espíritu muy sumergido en la
                 Ilusión de la Materia, muy proyectado  en el Mundo Exterior: no será capaz de
                 comprender la Revelación Interior del Espíritu, no podrá liberarse por Sí Mismo.
                 Se hace necesaria una Revelación Exterior del Espíritu apta para la Raza blanca,
                 mostrar desde afuera al hombre blanco una vía de liberación que conduzca a la
                 Sabiduría Hiperbórea: para eso desciende Navután al Infierno. Navután, “Dios
                 libre y eterno”, acepta bajar al Infierno, venir al Mundo de la Materia, y nacer
                 como hombre blanco. Y como hombre blanco, realizar la hazaña de liberar por Sí


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