Page 118 - Mitos de los 6 millones
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de arte, en Eúropa, era un bien montado negocio de correlegionarios suyos, puesto en
marcha a partir del final de la guerra. Las «reparaciones» de Alemania Federal a Israel deben
terminar, totalmente, en 1980. Decimos «totalmente» porque el término «reparaciones»
cubre diversos conceptos, tales como «indemnizaciones», «retroacciones», «acuerdocon
Israel», «acuerdo con personas individuales», «acuerdo con personas juridicas» y «otros
acuerdos». Digamos, de paso, quela palabra «acuerdo» nos parece, aquí, un dulce
eufemismo. No obstante, y curándose en salud, el muy influyente y sionista «New York
Times» ya anunciaba, el 18 de Enero de 1975, que se preparaban nuevas estipulaciones
(commitments), entre el Gobierno de Bonn y el de Tel-Aviv para cubrir nuevas
indemnizaciones de casos individuales y colectivos no previstos hasta entonces. Ahora
bien, para substanciar la perpetuación del chantaje al Gobierno de Bonn, es preciso, dada la
total ausencia de pruebas que evidencien la realidad del Fraude, crear una atmósfera
emocional que justifique, a los ojos de las masas ignorantes, las nuevas punciones,
necesarias a la supervivencia del Estado de Israel y a los intereses políticos de la Unión
Soviética.
Esa atmósfera a que nos referimos ya la crearon, en su día, los llamados «mass
media» – Prensa, Radio, Cine, y best-sellers folletinescos de gran tirada, estilo Ana Frank
– , pero el tema, como todo, se ha ido gastando. La gente cada vez lee menos libros, las
mentiras habituales de la Prensa la van desprestigiando cada día más, hasta el punto de que
las únicas secciones que se leen con interés, por la mayoría, son las deportivas, y la Radio
ha ido perdiendo terreno en beneficio de la Televisión. Este es el nuevo «ídolo» del hogar y
a él han dirigido su atención los poderes fácticos que moldean la llamada opinión pública de
acuerdo con sus intereses. Prácticamente todas las cadenas de Televisión, tanto occidentales
como orientales, están dirigidas por judíos que, en Occidente al menos, son, además,
sionistas, y los programas siempre están orientados de modo que todo lo relacionado con
los judíos en general y los sionistas en particular aparezca desde el ángulo más favorable
posible. Ahora bien, los engendros sobre el Gran Fraude eran, hasta ahora, relativamente
escasos. Pero ante la necesidad de «relanzar», de reactivar el clima para hacerlo propenso a
la perpetuación del chantaje, era necesario acudir a la pequeña pantalla, para martillear
retinas, oídos, y cerebros del hombre disuelto en la masa, violando su intimidad y la de su
familia, mediante un lavado de cerebro que aniquila la capacidad de raciocinio de los más.
En Abril de 1978 apareció, en la Televisión Americana, y en todas sus cadenas, una
serie titulada «Holocausto», auspiciada por la «Jewish Anti Defamation League»(Liga
Anti-Difamatoria Judía), entidad de todo poderosa influencia en los Estados Unidos, y cuya
misión práctica consiste en suprimir o atenuar cualquier noticia no favorable a los intereses
judíos en los grandes medios de comunicación.
«Holocausto» es, según se asegura en la presentación del «show», una historia real.
La historia de la familia de un doctor judío en Alemania, antes de la guerra. Luego, hay otra
familia, alemana, de raza aria, la cual es ayudada por la familia judía. Más tarde, el hijo de
la familia alemana se convierte en un bestial oficial SS, siempre presionado por una esposa
ambigua. Los «pobres judíos» son enviados a un campo de concentración y sus vidas estan
en las manos del oficial alemán cuya familia fué ayudada antaño, por el doctor judío,
etcétera, etcétera, etcétera. Se asegura que este film no puede ser visionado sin la compañia
de unos cuantos pañuelos. «Holocausto» es la película serie, más cara de toda la historia de
la Televisión, y la promoción y propagan. da que se le ha hecho a través de todos los
medios de difusión ha sido igualmente la más aparatosa que se recuerda.
Todas las personas relacionadas con el laborioso parto de este film son judías. El
libro ha sido escrito por Gerald Green (Greenberg), Herbert Brodkin y Robert Berger
(Golberger). Se trata de una extravagancia de nueve horas y media, en cuatro serie s de unas
dos horas y media cada una, amazacotada dentro de doscientos millones de cabezas, para
instalarles un sentimiento de culpabilidad, pues para algo se dice en la introducción de
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