Page 115 - Mitos de los 6 millones
P. 115
1) Localización de los judios, en cada ciudad. Detención de los mismos. Apertura de
fichas o expedientes individuales. Concentración en un campo de tránsito local, para que se
precisaban camiones, instalaciones provistas de agua y facilidades sanitarias por
rudimentarias que se quieran suponer. Más guardianes, administrativos, chóferes,
mecánicos, fontaneros, etc.
2) Expedición de los judíos, cuando su número lo justificara, por tren (aunque fuera
en trenes de mercancías), o por camión. En el primer caso, hay que tener en cuenta que la
comunidad judía de Burdeos, pongamos por caso, necesitaba para llegar a su destino final,
en un campo de Alemania Central u Occidental, no menos de tres trenes: Burdeos-París;
París-Estrasburg, y luego otro tren en trayecto alemán como mínimo. Para ir a Auschwitz
necesitaba como mínimo dos nuevos cambios de tren.
3) Dotación de un cuerpo alemán de guardianes, ferroviarios, mecánicos, cocineros,
enfermeros (¡Perdón, señor periodista!, estamos dispuestos a admitir a efectos polémicos,
que los enfermeros no eran para ¡os judíos. Pero si hacían falta para los alemanes
acompañantes. ¿O no?).
4) Dotación de servicios auxiliares y de control alemanes en las tres o cuatro etapas
– como mínimo del viaje.
5) A su llegada a Sobibor, o a Auschwitz, corte de pelo, despiojamiento y
suministro de pijama a rayas, con la estrella de David bordada en el pecho y en la espalda.
6) Gaseamiento individual o en grupo. En el primer caso, amenizado por una
orquestina que interpreta canciones populares e infantiles teutonas. Las victimas,
tranquilamente, se dirigen por su propio pié y sin ofrecer resistencia, a tomar la ducha. Por
que se les ha dicho que se trata de una ducha. Y ellos, a pesar de que no ven regresar a los
‘duchados» no sospechan nada. ¡Son tan confiados, los judíos! Los nazis se llevan a sus
compañeros de cautividad, «a tomar una ducha», y nunca vuelven de tal ducha. En cambio,
ven aparecer (según nos informa la literatura concentracionaria) camiones llenos de dientes
de oro, y de cuerdas hechas con pelo humano y no sospe chan nada. Porque si sospecharan
habría que llevarles a la «ducha» a rastras, por mucho que los nazis amenizaran el acto con
una orquestina (!). Para lo grar el gaseamíento, los alemanes se olvidan de los neurogases
que poseen en cantidades industriales y, originalmente, deciden emplear el Zykion B, un
insecticida.
7) Una vez gaseados los judíos, son introducidos en un crematorio hasta ser
convertidos en cenizas. Como se comprenderá los puntos 6 y 7 son completamente
incoherentes con los cinco primeros, que son comprensibles y lógicos. Porque para llegar a
ese resultado bastaba con ejecutar a los judíos sobre el terreno, en Burdeos, en Belgrado, en
Oslo, o en Byalistok, de un tiro o de un martillazo en la región occipital, ahorrándose
tiempo, hombres y gastos los verdugos nazis. Y creer que no hicieron tal por guardar el
secreto nos parece insultante para el sentido común de un periodista. ¿Cómo va a guardar él
secreto de algo en que están involucrados varios millones de personas? Porque ya no se trata
de sólo seis millones de personas. Sino de sus compañeros de cautividad. Y de sus
carceleros. Y de sus verdugos. Y de las poblaciones civiles que han debido forzosamente ver
a esa inmensa masa de judíos deportados a través de Europa. Sencillamente imposible. Cui
prodest...? Un viejo aforismo jurídico, que hemos heredado de los romanos, asegura «Is
fecit cui prodest», refiriéndose al probable autor de un delito. Esto es, quien ha cometido un
determinado delito suele ser aquel que de la comisión del mismo saca algún provecho. Pues
bien: ¿A quién aprovecha esta monstruosa estafa de los Seis Millones? La explotación
deliberada de la leyenda del Holocausto, para obtener de la misma ventajas políticas y
financieras ha puesto de acuerdo a la Unión Soviética y a Israel. Cuando decimos Israel,
evidentemente, no nós referimos tan sólo al Estado impuesto en Palestina por votación de
las Naciones Unidas poco después de acabada la Segunda Guerra Mundial. Por Israel nos
referimos al Sionismo, grupo de presión internacional, que se irroga la representación de
todos los judíos, estén dé acuerdo, todos ellos, individualmente, o no lo estén.
— 115 —