Page 112 - Mitos de los 6 millones
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sido precisamente ellos pues su pobre bagaje intelectual les ha llevado a cometer tales
                        exageraciones y a incurrir en tan groseras contradicciones que a veces han obtenido efectos
                        contrarios a los buscados.
                              Nos limitaremos a citar dos ejemplos. Uno de exageraciones, tipificado por el
                        periodista judeo–americano, aunque de origen alemán, y metido a escritor Robert Neumann.
                        Y otros de contradicciones. Este Neumann, no sabiendo ya que retorcida atrocidad inventar,
                        consiguió – imaginamos que en pleno delirium tremens – parir este abominable engendro:
                        según él, en Auschwitz, la manera de ejecutar a los judíos era la siguiente: dos guardianes
                        nazis iban a buscar a la futura víctima a su barracón. Con la cabeza rapada y vistiendo el
                        conocido pijama a rayas verticales, se integraba al fúnebre cortejo, formado por los
                        guardianes y una orquestina que, interpretando canciones populares infantiles alemanas se
                        dirigía a la «brausebad» (en alemán «baño– ducha», y en clave, como sabemos «cámara de
                        gas»). Allí era gaseado y luego llevado al crematorio. Entonces la orquestina se dirigía de
                                                                              1
                        nuevo al barracón y se elegía otro judío destinado al gaseamiento musical.
                              Creemos que huelgan comentarios.
                              Vayamos ahora con el ejemplo de contradicciones.
                              El Invierno de 1947 fué particularmente crudo en Europa. De hecho, el más frío en
                                                                                   2
                        los precedentes cincuenta años. Reproducimos un párrafo de la revista «Mundo»,   alusivo
                        a este respecto:
                                      «Antes de que los observadores meteorológicos indicasen que el descenso general de
                                 temperatura era el más grave que ha sufrido Europa desde hace cincuenta años, noticias
                                 aisladas habían llevado al conocimiento del público que los alemanes se estaban muriendo de
                                 frío y de hambre. En algunas zonas de Alemania la situación era particularmente grave. Las vías
                                 de comunicación, interceptadas por los temporales impidieron el reparto de las pequeñas
                                 cantidades de combustible y alimentos destinadas a la población civil. Bastó con un descenso
                                 relativamente pequeño del termómetro para que comenzasen a aparecer cadáveres en las calles
                                 de Berlín, de Hamburgo, de Frankfurt. En Hamburgo murieron de frío unas cuarenta personas
                                 entre el 1 y el 10 de Enero. En Frankfurt hubo que hospitalizar, por congelación a casi un
                                 centenar. En Berlín ocurría algo semejante. Se registraron varios asaltos de la población civil a
                                 los depósitos ferroviarios de carbón y hubo de intervenir la fuerza pública. Muchos alemanes
                                 carecen hoy de viviendas. Viven en barracas construidas apresudaramente y a esto hay que
                                 añadir que comen.muy mal y que carecen de carbón y de leña para calen tarse. El día 19 de
                                 Enero, en un artículo que aparece en el periódico Tagespiegel, autorizado por los
                                 norteamericanos, se decia ya que ante los hornos crematorios se amontonaban centenares de
                                 cadaveres, por falta de sitio y tiempo para incinerarlos. Las últimas estadísticas correspondientes
                                 a Berlin anunciaron cifras espeluznantes: entre el 15 y el 30 de Enero fallecieron 55 personas, y
                                 hubieron de ser hospitalizadas, por congelación o inañición, nada menos que 20.000».

                              Queremos hacer algunas observaciones a esa cita, que a nuestro juicio es definitiva:

                              a) Casi dos años después de acabada la guerra, bastaba un pequeño descenso de
                        temperatura para que la gente se muriera de frío en Alemania, dada la escasez de leña y
                        carbón para calentarse. Parece lógico que, en plena guerra, dos años antes, la situación fuera
                        peor todavía y en los campos de concentración los reclusos también murieran de inanición
                        y de frío, y no necesariamente mediante gaseamiento o a la parrilla.
                              b) Cuando se llegó a una situación limite, en Berlin se registraron varios asaltos a
                        los depósitos ferroviarios de carbón, así como a los depósitos de víveres. Según Charles
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                        Lindbergh   los soldados americanos tenían prohibido entregar sus sobrantes de alimentos a
                        la población civil, ante la cual dichas sobras se quemaban. En cambio, los judíos, en una
                        situación limite todavía, seguían dócilmente a sus guardianes, tras la orquestina, hasta la
                        cámara de gas. Pero, según el ya citado Koestler – judío y comunista por más señas– los



                        1   [Falta].
                        2   [Falta].
                        3   Charles Lindbergh: «War Memories».

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