Page 110 - Mitos de los 6 millones
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la nacionalidad israelita, que le fué denegada, precisamente por haberse convertido al
                        Catolicismo. ¡El «democrático» Estado de Israel declaró que Ru. feisen ya no era un judío!.
                              Rufeisen regresó a Europa y, en Alemania, basándose exclusivamente en fuentes
                        oficiales sionistas, llegó a la conclusión de que en la contienda, y po todos los conceptos,
                        no habían podido perecer más de tres millones de judíos. Rufeisen daba por sentado que los
                        tres millones de habitantes en el Estado de Israel no prqcedían de Europa e ignoraba el
                        tremendo aumento demográfico de la Judería Americana en la década 1938–1948. Aún
                        prescindiendo de tan decisivos datos, cortaba en dos la pretensión oficial sionista.
                              Ya hemos hablado de Aldo Dami, medio judío y casado con una judía, ex– cautivo
                        de los campos de concentración nazis que, en su obra Le Dernier des Gibelins  concluye
                        que el número total de víctimas posibles judías. fué de 500.000, aunque cree que tal total –
                        repetimos, posible – no se alcanzó, y que la cifra debió ser de unos 400.000 como
                        máximo, y ello por todos conceptos. Dami, además, excluye absolutamente la tesis de un
                        genocidio oficial y programado desde las altas esferas nazis; sólo admite ocasionales abusos
                        individuales, muchas veces sancionados por el Mando cuando éste se enteraba. El libro de
                        Dami fué objeto de un verdadero boycot; tanto sus editores como los libreros que lo ponían
                        en sus escaparates eran amenazados con la ruina. La crítica levantó contra él el muro del
                        silencio.
                              Posiblemente, el más conocido de los judíos convertidos al Cristianismo sea el
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                        Doctor Benjamin H. Freedman, quien declaró  que la cifra de Seis Millones de judíos
                        exterminados por los Nazis era una verdadera estafa, y que a esa cifra había que quitarle, por
                        lo menos, un cero y luego dividirla por dos. Es curioso, pero la cifra que resulta, es decir,
                        300.000, es la facilitada por la Cruz Roja, como victimas en los campos de concentración,
                        de todas las nacionalidades y no tan solo judíos. Personalmente, opinamos que en dichos
                        campos debieron morir de 150.000 a 200.000 judíos, y que una cifra similar, como
                        máximo, murió en acciones bélicas, a manos de los «Einsatzgruppen», o de muerte natural.
                              El Doctor Freedman, igual que Burg, Dami o el Padre Rufeisen, debió soportar una
                        verdadera persecución por haber defendido la Verdad, osando atacar el Idolo del Fraude. Lo
                        mismo le sucedió al anciano rabino Goldstein, quien, por haber puesto de manifiesto
                        algunas exageraciones de los sionistas y afirmado que era imposible que los Nazis hubieran
                        exterminado a Seis Millones, fué depuesto de su cargo y luego resultó víctima de un
                        atentado por parte de un agente sionista. ¿Como fue posible ¿  Cómo fué, en efecto,
                        posible, que los orfebres del Idolo no consiguieran darle, al menos, una apariencia más
                        verosímil? Que la técnica del lavado de cerebro consiste en convertir la Mentira en Verdad a
                        base de repetir ad nauseam sobados sofismas, es bien sabido. Que la calidad del sofisma no
                        influye para nada en su aceptabilidad por la gran masa de lectores de periódicos y revistillas
                        lo sabe cualquier técnico en Publicidad. Cuando se trata de lanzar un producto al mercado
                        (un dentifrico, una motocicleta, un presidente de la República, un anticonceptivo o un mito
                        histórico de proporciones escandalosas) se plantea la cuestión desde todos los ángulos
                        posibles, solicitando a la potencial clientela al apelar a sus instintos, buscando sus puntos
                        vulnerables, con una técnica de captación parecida a la de las peripatéticas de Montmartre al
                        abordar a los noctámbulos.
                              Como hay público para todo, también la técnica publicitaria del lavado de cerebro
                        adopta diversos ángulos de tiro para sus baterías. Para lanzar el Fraude histórico de los Seis
                        Millones, un par de docenas de escritores de calidad lite raria diversa ha puesto en
                        circulación varias obras (algunas de ellas con pretensiones de documento) y también unas
                        cuantas piezas teatrales. Han aparecido incluso los «comics», o «bandes dessinés» de tanto
                        éxito en Francia y hasta han habido individuos con ínfulas de filósofos que han parido
                        mamotretos supuestamente científicos. Pero el «plato de resistencia» lo han cocinado, los
                        periodistas. Judíos y no–judíos. Aquéllos, abanderados de la Causa, y éstos fieles gregarios.
                        1   Articulo en la revista «Common Sense», Union, N.J., 15-1V-1967.

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