Page 25 - Mitos de los 6 millones
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determinante de la llamada «Gran Cruzada de las Democracias». Pues bien: para nadie que se
                        halle siquiera medianamente informado constituye un secreto que los individuos y entidades
                        componentes de esa Alta Finanza son, en apabullante proporción, judíos. Con el fin de dar
                        una idea de cuán cínicamente piensan algunos judíos sobre el valor y la significación de la
                        guerra, citamos algunas palabras del discurso pronunciado por el periodista judeo-americano
                        Isaac Marcuson con motivo de un banquete celebrado en el «American Luncheon Club»:
                              «La guerra es una colosal empresa comercial. En cuanto a las mercaderias que se
                        negocian, éstas no son máquinas de afeitar, ni jabones y pantalones, sino sangre y vidas. El
                        mundo ha sido inundado con relatos sobre heroísmo en la guerra, pero el heroísmo era en la
                        lucha mundial una de las cosas más vulgares del mundo. Lo más bonito de esta guerra (se
                                                                                 1
                        refiere a la I Guerra Mundial. Autor) era más bien la organización comercial».
                              La frase es perfectamente aplicable a la II Guerra Mundial, y a todas las guerras que
                        se han sucedido desde que estalló la «paz». Por ejemplo, en Francia, eljudío Citroen
                        fabricaba para el ejército autos, tanques, proyectiles y torpedos. El judío Leon Levy, de la
                        casa Comentry, suministraba cañones. Las máscaras antigases las fabricaban la «Société
                        d’Etudes et de Construction du Matériel de Protection», bajo la dirección de los judíos
                        Frank y Bráun. Los gases asfixiantes los suministraban los judíos Klotz, Mannheimer,
                        Weill y Berr. Otros proveedores de material de guerra eran los judíos Aron, Cahen, Eiffel,
                        Goudchaux, Lazard, Lehmann y Stern. La fábrica de automóviles Latil, que luego fabricaría
                        carros blindados, la dirigían los israelitas Blum (el socialista multimillonario), Georges y
                        Lazare Latil, Jean-Paul Lévy, Fribourg, Fortoul, Korn y Weill. El Ministerio del Aire
                        nombró dos todopoderosos «consejeros» para la gran fábrica de aeroplanos que se montó en
                        1937 en Nantes. Estos dos consejeros eran extranjeros. Uno de ellos M. E. Hijmans,
                        procedía de Holanda, y el otro, H. E. Oppenheimer, de Alemania. Ambos eran judíos. El
                        «rey» de la aviación de guerra de Francia era el judío Marcel Bloch, que años más tarde
                        cambiaría su nombre por el de Marcel Dassault. Los técnico franceses de esta gran factoría
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                        han llegado a producir el avión «Mirage».
                              En Inglaterra y los Estados Unidos, y en ambos casos por intermedio de la Alta
                        Banca, la industria de guerra de hallaba – y sigue hallandose – bajo el casi absoluto control
                        de judíos que, en muchos casos son sionistas. Concretamente, en los Estados Unidos, el
                        hombre que en las dos últimas guerras mundiales ha centralizado en sus manos el más
                        omnin odo poder sobre las industrias bélicas fué el llamado «Procónsul de Judá en
                        América», Bernard Mannes Baruch, según se reconoció, incluso, en una histórica sesión
                        ante el Senado norteamericano.
                              Un tercer factor fué el comunismo, y concretamente su encarnación fáctica, es decir,
                        la Unión Soviética quien resultaría, a la postre, el verdadero vencedor político de la
                        contienda. Y no se puede discutir seriamente que, si en la gestación de la URSS
                        intervinieron mayoritariamente los hebreos de los ghettos rusos y polacos, en 1939
                        elementos judíos copaban en una proporción no inferior a las dos terceras partes el
                        «apparat» gubernativo de laURSS. Mucho se ha hablado, a ese respecto, del Pacto
                        Ribbentrop-Molotoff, en vísperas del desencadenamiento de las hostilidades, en 1939. En
                        cambio, se ha soslayado en lo posible el mencionar que quien propuso el Pacto fué Sta-Un,
                        rechazando el que le proponían los anglo-franceses; al Zar Rojo no le interesaba «sacarles
                        las castañas del fuego a los reaccionarios occidentales», segunmanifestó con impar
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                        franqueza. Pero una vez Alemania comprometida en una guerra con l'Occidente, Molotoff,
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                        en Berlín con una serie de reivindicaciones territoriales que fueron rechazadas, pero que


                        1   «New York Herald Tribune», 14-VI-1938.
                        2   «Le Pilori», Paris, 2-IX-1938.
                        3   Molotoff, aunque de raza eslava, estaba casado con la judía Karp, cuyo hermano era un adinerado
                        fabricante de armamento residente en Bridgeport, Connecticut, Estados Unidos, (N. del A.).

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