Page 74 - Mitos de los 6 millones
P. 74

fotografiaron los cadáveres que había dentro y así se obtuvo material para esa propaganda
                                                                         1
                        que achaca a los alemanes la ejecución de innumerables atrocidades.
                              Por cierto que Himmler, que hubiera podido aportar un testimonio de primera
                        calidad para elucidar el drama de los campos de concentración, se suicidó ( ¿o fué suicidado?)
                        con rara oportunidad cuando cayó en manos de los ingleses al término de la guerra.
                              Uno de los campos de que menos se habló de «cámaras de gas» y de crematorios,
                        pero más que brutalidades individuales fué el de Dora. Dubois, un sionista – no judío –
                                         2
                        americano, manifiesta   que en cierta ocasión en que funcionarios del Departamento del
                        Guerra de los Estados Unidos le mostraban fotos esperpénticas del campo de Dora, le
                        dijeron: «Esta clase de material ha estado llegando desde Berna desde 1942... Tenga presente
                        que es el testimonio de judíos hablando de judíos... Esto no es más que una campaña de ese
                        judío, Morgenthau, y de sus asistentes».
                              El Fiscal S. F. Pinter, del Cuerpo jurídico del Ejército de los Estado unidos al que
                        ya hemos citado anteriormente, escribió en una revista norteamericana en 1958:
                                       «Según informa la Agencia Associated Press, los checos han enterrado con toda
                                 solemnidad las cenizas de 3.000 judíos rusos, franceses, yugoeslavos y polacos que fueron
                                 asesinados por los nazis en el campo de concentración de Flossenburg. Por las investigaciones
                                 que llevé a cabo personalmente, me consta que esta información es falsa. Pues cuando a
                                 principios del año 1946 fui a Alemania como juez militar con el rango de Coronel, el campo de
                                 Flossenburg aún no había sido examinado.., recibí de las competentes autoridades militares
                                 todos los documentos oficiales del campo, y me llevé un camión lleno de ellos a Dachau...
                                 puedo declarar con toda seguridad que durante los años de subsistencia’ del campo de
                                 Flossenburg allí no perecieron ni siquiera trescientas personas, si bien sea por ejecuciones o por
                                          3
                                 otras causas».
                              Mucho se ha hablado, recientemente, en la prensa española, y concretamente en la
                        de Barcelona, del campo de Mauthausen, en Austria, donde los nazis exterminaron a varios
                        miles de catalanes. Dichos catalanes eran exilados residentes en Francia, a donde habían ido
                        tras la guerra civil de España. Muchos de ellos, según propia confesión habían colaboradó
                        con los movimientos de resistencia franceses, no teniendo, pues, nada de particular que
                        fueran internados, como elementos potencialmente peligrosos, en campos de concentración.
                        Ahora nos dicen, los supervivientes, que hubo muchos que murieron en las cámaras de gas,
                        y otros en los crematorios.
                              Evidentemente,  estos  señores  se  aprovechan  de  que  España,  y  esto
                        indepedienternente de sus transitorios regímenes políticos, es el país en él que se puede
                        decir cualquier cosa, a condición de que esté en la línea democrática, en la seguridad de que
                        será creída a pies juntillas por la gran mayoria. Por tal razón, ellos insisten en la tontería de
                        las cámaras de gas y en el fantomático sistema de los hornos crematorios. Insisten, cuando
                        oficialmente, desde el bando de los creádores del Fraude, desde el muy democrático Instituto
                        de Historia Contemporanea, se niega resueltamente que hubieran existido cámaras de gas en
                        todo el territorio del Réich, y Austria, terruño de Hitler, formaba parte del Reich hasta
                        1945. De manera que, además de judíos, los alemanes también gasearon y cremaron a
                        rusos, gitanos, ucranianos,.. y catalanes. De todo ello se deduce que los cálculos mínimos
                        que ofrecemos en el epígrafe «Algunas consideraciones lógicas», deben ser notoriamente
                        superados. Si sólo con los Seis Millones de judíos exterminados los alemanes renunciaron
                        a incrementar su producción de combustible en un 50 por ciento y además despilfarraron
                        alegremente, en crematorios, el combustible – o su coste – necesario para poner en
                        movimiento 20 divisiones blindadas a lo largo de 7.500 kilómetros, si luego añadimos los
                        millones de rusos, gitanos, ucranianos... y catalanes (lo que faltaba) resulta que los nazis,


                        1   [Falta]
                        2   [Falta]
                        3   S. F. Pinter: «Deutsche Wochenschrift», Saint Louis, 20-XI-1958.

                                                           —   74   —
   69   70   71   72   73   74   75   76   77   78   79