Page 83 - Mitos de los 6 millones
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de la misma raza. Nyiszli – si es que llegó a existir realmente – había ya muerto por
                        entonces, toda vez que en el copyright del libro se especiflca que el détentor del mismo es
                        una tal «N. Margaretha Nyiszli», viuda del autor. Igualmente se específica en la anteportada
                        del libro que el autor, Miklós Nyiszli, era doctor por la Universidad de Breslau en 1930.
                              Según Rassinier es practicamente imposible poner de acuerdo los datos
                        suministrados por las diversas ediciones (alemana, inglesa y francesa); es más, incluso es
                        imposible obtener una consistencia interna dentro de una misma edición. En la edición
                        francesa de 1960 sé puede leer que «sesenta hornos podían incinerar varios miles de
                        cadáveres diarios», pero unas páginas después afirmaque cada uno de los crematorios
                        reducía a cenizas, diariamen. te, 10.500 cadáveres. Es una cifra realmente impresionante,
                        pero lo chocante es que sólo dos páginas atrás el autor se contradice al afirmar que los
                        hornos podrían cremar a 6.500 cadáveres diario, como máximo. En una palabra, una
                        confusión total de datos y cifras.
                              Rassinier, que no pudo hallar un sólo testigo que hubiera conocido al tal Nyiszli,
                        no pudo, tampoco, localizar a su viuda, que se supone cobraba los derechos de autor. Es
                        muy importante tener en cuenta que Miklós Nyiszl, que se supuso, en un principio, que
                        había declarado personalmente ante el Tribunal de Nuremberg, resultó luego que testificó
                        por medio de una declaración jurada, tipo de testimonio que no se admite como prueba ante
                        ningún tribunal del mundo, sino como simple indicio o corroboración. No ha sido posible
                        demostrar la existencia del tal Nyíszli, ni tampoco que una persona de tal nombre se
                        doctorara en la Universidad de Breslau en 1930, pues al ser anexionada esa ciudad por
                        Polonia en 1945, los archivos de la Universidad pasaron bajo control del Gobierno Polaco,
                        que no permitió que Rassinier investigara en ese sentido. Realmente, parece, por lo menos,
                        sospechoso, qué si Nyiszli estaba en las listas de doctorados, el gobierno Polaco, principal
                        defensor de la tesis de que Auschwitz fue un campo de exterminio, no permitiera esa
                        investigación que debiera hacer resplandecer «su» verdad.


                        Los «Einsatzgruppen»

                              Cuando se produjo el ataque alemán contra Rusia, en junio de 1941, el Führer
                        declaró que la guerra contra el Bolchevismo no se iba a llevar de acuerdo con las reglas
                        tradicionales de combate. Esta declaración anticipaba una idéntica política bélica soviética,
                        que incluía el uso de partisanos, es decir, de fuerzas irregulares, inidentificables por ir
                        vestidas de paisano, que atacaban tanto los objetivos bélicos como los no bélicos. Los
                        códigos de Justicia Militar de todos los paises del mundo preven la pena de muerte para el
                        partisano capturado en acción. El Código alemán no podía ser una excepción, como no lo
                        eran ni el inglés, ni el francés, ni el americano, ni el soviético, y ello por la sencilla razón
                        de que un ejército no puede dejarse apuñalar impunemente por la espalda. Debieron tomarse
                        medidas para contrarrestar las actividades de los partisanos y a Himmler se le confirieron
                        «plenos poderes para tomar las medidas que considerara necesarias bajo su propia
                        responsabilidad». Está claro que esto sólo puede significar la aplicaciónde la pena de
                        muerte contra los partisanos y las personas que colaboraran con ellos. El poco agradable
                        trabajo fue asignado a los «Einsatzgruppen» de las S.D., cuyos efectivos totales eran de
                        unas 3.000 personas. Un autor tan poco sospechoso de «nazismo» como el judío
                                            1
                        Dawidowicz ha reconocido   que la actuación de los «Einsatzgruppen» era absolutamente
                        necesaria, dadas las actividades de los partisanos, que no seguían las reglas de la guerra entre
                        países civilizados.
                              Ya hemos mecionado en varios ocasiones que los judíos constituían, de hecho, una
                        amenaza contra la retaguardia alemana en el curso de la guerra. No sólo por el alzamiento
                        1   Lucy S. Dawidowicz: «The War against the Jews, 1933-1945».

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