Page 85 - Mitos de los 6 millones
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hacia el Este fueron masacrados por las enfurecidas poblaciones civiles autóctonas antes de
                        que llegara la Wehrmacht. Los judíos, en general – insistimos en que hablamos en
                        términos generales – se  habían identificado de tal modo con el regimen soviético desde
                        1917, que las poblaciones nativas tomaron su revancha contra ellos en la primera
                        oportunidad que se les presentó. Lo que ayudó todavía más a inflamar la furia de los
                        nativos, particularmente los polacos, fue el hecho de que en su retirada, los soviéticos
                        asesinaron a numerosas personas que habían arrestado cuando se produjo el ataque alemán, y
                        que no tengan tiempo ni medios para llevarselos y luego mandarlos a Siberia porque el
                        avance de la Wehrmacht era demasiado rápido.
                              Raschhoffer, un alemán no nazi, habla de que «... existen pruebas incontrovertibles
                        de que muchos asesinatos cometidos en las personas de los habitantes de Lwow (Lemberg)
                        ocurrieron mucho antes de la llegada de las tropas alemanas a la ciudad... La responsabilidad
                        de esas atrocidades recae en las autoridades soviéticas. Sólo en Lwow los soviéticos
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                        ejecutaron, el día que precedió a su retirada, a unas 3.000 personas».  Por consiguiente
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                        inmediatamente culparon de ello a los judíos».  Los polaco-ucranianos de Lwow estaban
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                        de muchos nacionalistas, ya que los judíos colaboraron activamente con las autoridades
                        soviéticas y particularmente con la N.K.W.D. «Los cuerpos de los miles de patriotas
                        ejecutados generaron una tremenda violencia de las masas contra los judíos. Un verdadero
                        «pogrom». Más de cinco mil fueron asesinados en Lwow, y hechos similares ocurrieron en
                        muchas otras ciudades, tan pronto como se retiraban los soviéticos y antes de que llegaran
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                        los alemanes».
                              Este es un hecho del que se habla poco, por la buena razón de que el Sionismo no
                        puede arrancar indemnizaciones a los pueblos del otro lado del Telón de Acero. Por eso los
                        comunistas y los sionistas están de acuerdo en cargar en la cuenta de los alemanes los
                        muchos miles de muertos civiles – judíos y, sobre todo, no-judíos – en territorios
                        controlados por los soviéticos. Por tal motivo, la primera ocupación de la Wehrmacht al
                        ocupar una ciudad, en Ucrania, Polonia y los Países Bálticos, consistía en dar fin a los
                        pogroms.
                              Cuando a algún judío le sucede algo, o se logra demostrar, por los medios que sean,
                        que le sucedió algp, a él o a sus ascendientes, treinta y cinco años atrás, el III Reich es
                        hecho responsable y Alemania Federal debe pagar absurdas y enormes reparaciones.
                              Uno de los más persistentes denigradores de Alemania, sólo superado en ese sentido
                        por el Sionismo, es el Gobierno Polaco. Por una mágica coincidencia, los polacos han
                        descubierto que los alemanes son responsables de la muerte de Seis  millones  de
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                        Polacos  inocentes.  Cuando, para substanciar tal acusación, se ven forzados a dar
                        cifras, cuentan como polacos a tres millones de judíos de nacionalidad polaca
                        supuestamente exterminados por los alemanes e incluyen como asesinados a todos los
                        polacos que cayeron en combate. Aparentemente, el Señor Gomulka debe pensar que sólo
                        los soldados polacos tenían derecho a disparar, y no los alemanes.
                              Creemos que esto es un caso de conciencia culpable, porque los polacos son,
                        precisamente, – y más aún que los rusos  – los pioneros de la persecución de los judíos en
                        la Edad Moderna, y durante e incluso despues de la Segunda Guerra Mundial, mataron a
                        muchos. Vamos a citar, en apoyo de esta tesis, a un escritor que no podrá ser tildado de
                        nazi, concretamente, al judío holandés Jakob Presser, quien en 1969, escribió: «¿Cómo
                        podríamos olvidar que, incluso después de la Liberación, se continuaban asesinando judíos

                        1   (222) Herman Raschhofer: «Political Assassination». Editado en Tacoma, Maryland, USA.
                        2   Austin J. App: «The Six Million Swindle».
                        3   Harry Elmer Barnes: «Blasting the Historical Blackout».
                        4   Austin J. App.: Id.

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