Page 81 - Mitos de los 6 millones
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terribles. Al cabo de unos segundos de aspirarlo, los hombres quedan sometidos a un
estado de colapso convulsivo al que sigue la muerte segura, en cuestión de unos minutos.
Cuando un neurogas (Tabun o Sarin) pasa a través de la piel en cantidades efectivas, deja
sentir sus efectos rápidamente y sobreviene la muerte al cabo de uno o dos minutos. Al
final de la guerra, los alemanes estaban provistos de 7.000 toneladas sólo de Sarin; cantidad
ésta más que suficiente para exterminar a los habitantes de más de 30 ciudades del tamaño
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de Paris. Es decir, que si hubieran querido realmente los alemanes gasear a sus judios, les
bastaba con concentrarles en una reducida zona de la estepa rusa arrojando sobre la misma
una infima parte de los gases letales que tenían almacenados.
Es absurdo que disponiendo de tales gases fueran a emplear un insecticida tan
conocido en Alemania como el DDT en América y, después de la guerra, en Europa.
Los autores del Fraude saben muy bien que la mejor manera de «colar» una mentira
es servirla aderezada con fragmentos de verdad, tengan o no relación con el caso. Además, es
imprescindible, para autentificar un fraude, lograr una «doble interpretación» de los hechos.
Esto se logró en Auschwitz mejor que en ningún sitio. Por ejemplo:
a) No sería demasiado injusto el sobriquete de «Campo de la Muerte» que se le
adjudicó a Auschwitz, puesto que allí eran mandados, los considerados, en principio,
enfermos graves, precisamente por disponer de las mejores facilidades médicás. Los
mitómanos de los Seis Millones lo llamaron «Campo de la Muerte» por haber sido, según
ellos, un campo de exterminio.
b) El Zyklon B era utilizado para desinfectar, pero según otros, para exterminar.
c) Las «selecciones» de personal eran necesarias por la naturaleza de los trabajos que
se realizaban en la zona industrial de Auschwitz; pero se alegaba que esas «selecciones»
tenían como finalidad escoger a los presos que se iban a gasear, y, posteriormente, a
cremar.
d) Cuando se hacía desnudar a los presos y luego se les obligaba a entrar en los
«baños ducha» era para proceder a su despiojamiento, pero los del Fraude afirman que era
para gasearles.
e) Existían crematorios convencionales en Auschwitz-Birkenau. Para incinerar los
cadáveres de los fallecidos por causas naturales o inherentes a un campo de concentración
normal, según unos. Los crematorios eran para cremar a los gaseados e, incluso, a judíos
vivos, según otros.
f) El mal olor que se percibía en el campo era debido al proceso de hidrogenación en
la fabricación del caucho sintético. No. No era eso. Era el hedor de la carne quemándose en
los hornos...
En realidad, esa «doble interpretación» sólo sirve para personas muy influenciadas
por la propaganda, Las segundas alternativas propuestas en los cinco primeros puñ tos son
obvias mentiras. En todo caso, son indemostrables, y no debemos nunca olvidar que en los
sistemas jurídicos de todos los paises civilizados, se aplica el principio «in dubio, pro reo».
En caso de duda, se resuelve a favor del reo. En cuanto al sexto punto, el del hedor de los
cadáveres asándose, es un error de los cultivadores del Fraude. Nunca debieron haber hablado
de mal olor en su historia; si se nos permite un fácil juego de palabras, eso del mal olor,
«huele mal». Es el clásico hecho excesivo. El querer demostrar demasiado. No hace falta ser
un Gustave Le Bon, un Sorel, un gran especialista de la psicología de las masas para
comprender que una multitud que percibe el hedor de los cuerpos quemados de sus
camaradas, con los que ha estado conviviendo horas antes, cae presa del pánico, se produce
la histeria colectiva y los guardianes de los miradores deben agotar su munición
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2 Brian Ford: «Armas Secretas Alemanas».
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